Caos, hambre y muerte.El 20 de diciembre de 2001, tras 740 días en el poder, renunciaba el presidente que no se animó a cambiar con las políticas menemistas y dejó un tendal de muertos por la represión y una de las peores crisis económicas en el país.
Casi desde su comienzo como una alianza política para llegar al poder, el Gobierno de Fernando De la Rúa nació con serios problemas, puesto que desde 1997 el país se sumergió en una recesión de la que jamás pudo salir y poco a poco fue desmembrándose hasta terminar abruptamente por las protestas masivas que mostraron el descontento con las políticas empobrecedoras de su gestión.
Tras ganarle la pulseada al peronista Eduardo Duhalde, la alianza FREPASO venía a concluir una década signada por la “pizza con champagne” en la política, donde abundaron los casos de corrupción y defraudación al Estado, donde la convertibilidad del dólar con el peso fue la pantalla perfecta para la privatización de todos los bienes estatales.
Sin embargo, y a contramano de lo que se preveía, esta alianza mantuvo las políticas desarrolladas entre 1989 y 1999 sabiendo que los “buenos tiempos” donde hubo abundancia de dólares habían terminado y el camino del endeudamiento era la única salida para mantener ese modelo.
Más allá de los dos días que marcaron la historia política argentina, la profunda debacle del Gobierno de De la Rúa había comenzado un mes antes cuando el por entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, había instaurado el llamado “corralito” que impidió a la gente sacar sus ahorros de los bancos.
Con el malestar social en marcha, las primeras señales fuertes de fin de ciclo se dieron el 13 de diciembre cuando se conocieron varios casos de saqueos en el interior del país. Situaciones que avivaron la intranquilidad y aceleraron la caída presidencial.
Los dos días negros de represión y muerte
Con una Alianza que había perdido poder político desde sus inicios, el fin asomó en la tarde del 19 de diciembre y se concretó en la tarde-noche del día siguiente. Los saqueos que iniciaron en el interior del país se propagaron en el conurbano bonaerense. El hambre del pueblo se hacía inocultable y De la Rúa solo atinó a declarar el estado de sitio.
Esa decisión desató una matanza inaudita de la cual jamás fue condenado social ni judicialmente el expresidente de la Nación. 39 personas fueron asesinadas en poco más de 24 horas por la represión policial. Una cifra que marca y refleja cómo fue el Gobierno del dirigente nacido en el radicalismo.
La jornada del 20 de diciembre fue la que firmó el acta de defunción del Gobierno de la Alianza. Sitiado en las calles, con una población que salió espontáneamente a protestar, De la Rúa buscó apoyos para continuar en el poder con una coalición de Gobierno, pero tanto desde el justicialismo como de sus correligionarios radicales la respuesta fue clara: le habían soltado la mano.
Enterado de la situación, De la Rúa entendió que no había nada más que hacer y redactó su carta de renuncia. Cuando eran las 19:52 y miles de personas cercaban la Casa Rosada, se vio la icónica imagen que quedó grabada en el inconsciente colectivo: el ya expresidente escapando en helicóptero por la terraza de la Casa de Gobierno.
Patricia Bullrich, Federico Sturzenegger, Hernán Lombardi, Gerardo Morales y Darío Lopérfido fueron algunos de los dirigentes que integraron aquel Gobierno que terminó con casi 40 muertos, una pobreza que trepó hasta 57,8 en febrero de 2003 y la desocupación más alta de la historia con el 21,5.
Un Gobierno que fracasó y empobreció a la gente. Un presidente que se escapó en helicóptero para no terminar linchado. Un tendal de muertos en poco más de 24 horas. Una de las páginas más negras de la historia política de la Argentina. Hace 18 años el país se sumergió en el peor de sus infiernos y deberá existir memoria para no volver a repetir esas imágenes que dolerán para siempre.
