Número de edición 8330
Opinión

Los yanquis son esto (Por Carlos Enrique Galli)

Los yanquis son esto (Por Carlos Enrique Galli)

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Los yanquis son esto

Por: Carlos Enrique Galli

carlosgalli@yahoo.com

James Monroe, quinto presidente constitucional de EEUU, pronunció durante su mandato, desarrollado entre 1817 y 1825, una famosa frase que marcaría la impronta a desplegar por el Imperio desde allí hasta nuestros días: “América para los americanos”, que implicaba, en los hechos, que “nuestra Nación no tolerará ninguna intromisión europea sobre suelo americano”. Lo que nunca se encargaron de aclarar míster Monroe y sus sucesores, fue la sutil contradicción entre las diferentes Américas, dando por sentado, que tomaban para sí la apropiación y tutela de todo aquello que a nivel internacional no les había sido conferido.

Como el Gran Satán y gendarme mundial en que se constituyeron los Estados Unidos a partir de las palabras de dicho gobernante, ahora, durante larguísimos meses, el planeta estuvo en vilo y pendiente por las primarias, secundarias, súpers martes, jueves o todo lo que estuviera relacionado con la votación del sucesor de Barak Obama, asombroso premio Nobel de la Paz, hecho al que millones de personas comunes, consultores e incluso otros presidentes, le prestaron más atención que a sucesos inherentes a sus propios países.

Conocidos por fin los resultados definitivos de las elecciones estadounidenses, las cuales se dirimieron entre un insólito, ignorante político y extravagante multimillonario y una Secretaria de Estado que carga en su mochila grandiosos costos de pueblos invadidos con su secuela de destrucción, luto, llanto, mutilaciones y muerte, no fueron pocos los que se manifestaron asombrados que el vencedor fuera quien había sido calificado como histrión, misógino, racista, xenófobo y discriminador.

Aquellos que tenemos años, memoria e inquietudes, no podemos soslayar la conducta de prepotencia y supremacía extendida durante siglos por el gigante norteño, donde cada mandatario lidió, lidia y lidiará en encarnizamiento, desaprensión, arrogancia y crueldad con respecto al resto del globo. Un pasaje de su Declaración de Independencia de 1776 reza “todos los hombres son hechos igual por el Creador y dotados de derechos inalienables, entre ellos la vida, libertad y felicidad”.

Desde 1776 en adelante, cuando inicia el genocidio sobre sus indios americanos, EEUU ha atacado alrededor de 70 países; unos 50 desde 1945; intervino y participó en 201 sobre 248 conflictos en 153 naciones; derrocó 50 gobiernos, posee unas 700 u 800 bases dispersas por el orbe y, para tomar un somero punto de partida, desde 1990 hasta 2013, ocupó militarmente, entre otros, a Liberia, Arabia Saudí, Kuwait, Somalia, Bosnia, Zaire, Albania, Sudan, Afganistán, Yemen, Macedonia, Colombia, Pakistán, Siria, Uganda, Mali, Níger, Libia e Irak. No parece ceñirse en demasía a los postulados enumerados precedentemente, puesto que sus faenas originaron, por acción, omisión o por “efectos colaterales”, unas 82 millones de muertes evitables, sin tener en cuenta esa afrenta oprobiosa e inmoral representada por la cárcel de Guantánamo en Cuba desde 1903.

Estos paladines de la democracia, la vida, la libertad y la felicidad, no trepidaron en asesinar cuatro presidentes: A. Lincoln; J. Garfield; W. McKinley y John Kennedy, su hermano Robert; a Malcolm X; a M. Luther King; ungieron un tipo tan tosco y rústico como Ronald Reagan primer mandatario, destituyeron a Richard Nixon por fisgonear rivales; soportaron los devaneos ovales de B. Clinton; sobrellevaron la dinastía Bush; escaparon ominosamente de Vietnam; auto- derribaron dos torres; diseminaron la droga por el infinito  y ahora, justamente ahora, tras ocho tortuosos años de B Obama quien –en su momento- fuera considerado por muchos “una esperanza” , en poco más de dos meses accederá al gobierno, no al poder, -ya que el mismo lo detentan las corporaciones- D. Trump, constituyéndose en motivo efectivo de desvelo e incertidumbres  continentales. Si tenemos en cuenta que cada invasión conllevó la modificación de hábitos de vida, vestuario, cultura, lenguaje e incluso la alimentación de los oprimidos;

Oprimidos

Si asistimos al desparpajo del señor Trump afirmando enfáticamente su posición frente a los inmigrantes, los negros, los latinos, los homosexuales; si a su paso generó todo tipo de controversias; si se jactó de un futuro muro fronterizo; si explicitó su arrogancia; si ostentó hacia afuera y adentro su forma y estilo de vida “americano”, no debemos entonces en absoluto sorprendernos de lo ya visto ni lo por ver.

Los yanquis son esto.-

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