La reiterada apelación de la Alianza en el gobierno a la pesada herencia recibida del que la precedió en el poder, es una de las mentiras más evidentes de su interminable repertorio de excusas y falacias, sobre todo si la comparamos con las deplorables herencias recibidas por los gobiernos que debieron suceder a los ejercidos, en forma incompleta, por uno de los partidos integrantes de esa Alianza, que debió eyectarse abruptamente del poder en dos ocasiones, declinado vergonzosamente sus mandatos antes de su finalización.
Por Francisco Jorge Martínez Pería. Abogado.
fjmartinezperia@gmail.com
Basta recordar la hiperinflación, el corralito y la presurosa y penosa huida en helicóptero, para preguntarse cómo es posible que aquellos que fueron funcionarios de esos gobiernos osen todavía criticar a otros que fueron ostensiblemente mejores que los suyos. En ese contexto, tampoco el macrismo debió haber esgrimido nunca esa infantil excusa, cuando, además de ser falsa, se alió electoralmente con los responsables de las peores desgracias sufridas por el pueblo argentino en el período democrático y cuando se comprometió maliciosamente a mantener las conquistas populares logradas durante los gobiernos que supuestamente le legaron la remanida “pesada herencia”.
Sin embargo, justo es reconocer que la misma sí influye e interfiere permanentemente en sus planes_ que es muy claro poco tienen que ver con sus promesas electorales_, pero no de la manera en que pretende presentarse, sino justamente porque aquellos que ampliaron o conquistaron sus derechos durante los gobiernos kirchneristas, aunque no los hayan valorado debidamente al tiempo de emitir su voto_tal vez por el mismo hecho de que se les prometió no alterarlos_no están para nada dispuestos a que se le degraden, retaceen o anulen en aras de supuestos derrames o lluvias futuras, que ya está suficientemente visto, nunca llegarán.
Y aunque no se haya plasmado electoralmente, en virtud del intenso marketing político que incluyó globos de plástico y muchos más de los otros y que se sustentó en una feroz campaña mediática de desprestigio y en una persecución judicial como nunca antes se había visto contra ex funcionarios del gobierno anterior, lo cierto es que la “pesada herencia” produjo en aquellos sectores de la ciudadanía que se beneficiaron con ella en su momento, un grado de concientización mucho mayor a lo presumido por aquellos que creen que porque una vez fueron votados mayoritariamente, tienen asegurados sus mandatos hasta el fin de los tiempos y que pueden burlarse constantemente de sus gobernados, sin consecuencia alguna.
Al parecer, no sólo creyeron que esto sucedería, sino que además se cebaron tras un inusitado blindaje mediático destinado a hacer creer que aquellos que en su condición de contratistas del Estado se cansaron de aprovecharse del erario público, ahora se habían trasformado en los nuevos políticos que la hora reclamaba y en ejemplos inmaculados de honestidad republicana.
Los gobiernos democráticos que pretenden imponer una política neoliberal tarde o temprano terminan desilusionando a sus electores y volviéndolos en su contra, como ya lo hemos visto antes, porque precisamente su política, destinada a favorecer a los sectores económicamente más poderosos de la sociedad, choca necesariamente con los intereses populares y mucho más cuando fueron precedidos por gobiernos que los defendían y los ampliaban. Si bien ésta es la primera vez que esa política es impuesta por la vía de las urnas_ aunque debe reconocerse, mediante un descomunal engaño_ está muy por verse si ahora, que las cartas están echadas, sus ejecutores pueden lograr un nuevo consentimiento electoral.
No creo que la herencia recibida se los permita, a juzgar por las veces que, pretendiendo repudiarla, tuvieron que volver sobre sus pasos. Desde ese punto de vista, sí es cierto que se les está volviendo muy, pero muy pesada.
