En la tarde de ayer se realizó un cacerolazo en Plaza Moreno en solidaridad con el pueblo chileno. Hoy se repetirá en el Consulado con sede en la ciudad de Buenos Aires.
Migrantes chilenos y chilenas que viven en la ciudad de las diagonales junto a organizaciones políticas, sociales, estudiantiles y de derechos humanos se congregaron para protestar contra la violencia estatal que el gobierno de Piñera impuso frente a las masivas protestas en rechazo al ajuste del FMI. Consignas como «Chile despierta», «Latinoamérica no se calla más» podían leerse en los carteles que acompañaron la manifestación.
El pueblo chileno se levantó contra las medidas de ajuste del gobierno que sigue el conocido manual del FMI: aumento de tarifas, salarios y jubilaciones a la baja. Recetas conocidas por quienes vivimos de este lado de la coordillera y que llevó a cabo Mauricio Macri, otro buen alumno del organismo internacional.
Tras días de movilizaciones de jóvenes como los principales protagonistas y con una fuerte represión como repuesta gubernamental, el presidente chileno dio marcha atrás con el aumento en el boleto del subte. La “suspensión” del alza responde a una medida desesperada para contener la rebelión. Sin embargo, luego del anuncio se mantuvieron y se acrecentaron los cacerolazos y barricadas en todo el país.
El «no salir a las calles» que propone el candidato del Frente de Todos Alberto Fernández contrasta con los miles que enfrentan en las calles los planes del FMI, el ajuste y la represión en Chile, en Ecuador, y otros países.
Las movilizaciones populares en estos países marcan el camino para enfrentar los planes de ajuste del FMI. Como planteara Nicolás del Caño en el último debate presidencial, candidato a presidente por el FIT Unidad, «cuando los gobiernos intentan aplicar estos brutales planes de ajuste, los pueblos salen a las calles y le dicen basta».
Fuente: La izquierda.
