En un escenario de incertidumbre económica persistente en Argentina, el sector turístico se enfrenta a una desafiante realidad marcada por una notable disminución en la afluencia de visitantes en los principales destinos del país.
Por Paula Tevez Varela
Los destinos tradicionales de Argentina, desde la Costa Atlántica hasta las sierras de Córdoba, se ven afectados por una marcada disminución en la ocupación turística, generando preocupación entre los actores del sector.
En Mar del Plata, un ícono de la costa argentina, la ocupación hotelera se estanca en un 60%, revelando un marcado descenso según Eduardo Mayer, tesorero de la Unión del Comercio, la Industria y la Producción. A pesar de un inicio con cierta afluencia para Año Nuevo, el panorama en el arranque de la temporada estival dista de las playas repletas de años anteriores. Esta situación plantea dudas sobre la sostenibilidad económica para muchos proveedores de servicios turísticos en la región.
El contraste con la temporada anterior es evidente: Mar del Plata alcanzó su punto máximo con la llegada de 325,336 personas en los primeros siete días del año pasado. Sin embargo, en el actual periodo estival, esta cifra se reduce a 307,680, una diferencia de 17,656 visitantes menos. Este descenso refleja un cambio notable en el flujo de turistas hacia esta emblemática ciudad costera.
Resulta interesante destacar que los hoteles boutique han sido los más solicitados, alcanzando un significativo 86.2% de ocupación. Les siguen de cerca los hoteles de 5 estrellas con un 84.5%, revelando una preferencia específica por estas categorías de alojamiento entre los visitantes de Mar del Plata durante este período.
Pinamar, otro destino emblemático, enfrenta un escenario preocupante con una ocupación del 75%, significativamente inferior al 91% registrado en la misma época del año anterior. La realidad en Villa Gesell es igualmente desafiante, con una ocupación del 60. El partido de La Costa no escapa a esta tendencia, presentando una ocupación del 59%, según datos de la Secretaría de Turismo, Desarrollo Sostenible y Marketing local.
Disminución de reservas en destinos claves de argentina
En San Carlos de Bariloche, Río Negro, se observa una marcada diferencia en la ocupación este año, alcanzando un 85% en contraste con el 97% del año anterior. Esta disminución refleja un cambio significativo en la afluencia de visitantes a esta localidad emblemática.
En Las Grutas, Río Negro, la situación no es diferente. A pesar de ser reconocida por su popularidad en estas fechas, las reservas hoteleras y de viviendas en alquiler han descendido notoriamente, situándose en un 50% para enero y un preocupante 20% para febrero. Estos valores contrastan drásticamente con el histórico 90% de ocupación.
El impacto económico también se hace sentir en otras provincias. Tucumán encabeza la lista con la menor ocupación en hoteles, registrando un promedio del 33%. Le siguen Salta y el interior de la Provincia de Buenos Aires, con un 38% de ocupación. Iguazú se sitúa ligeramente más arriba con un 40%.
Córdoba: Descenso en las Sierras
En las sierras de Córdoba, la llegada de turistas sin reservas previas ha marcado el inicio de la temporada estival. Sin embargo, a pesar de la expectativa, se evidencia una disminución del 20% al 30% en la ocupación en comparación con años anteriores.
La primera semana de enero mostró un movimiento turístico moderado, acorde a las proyecciones basadas en los niveles de reserva. Aunque se vislumbran mejoras en los próximos días, las expectativas de alcanzar cifras similares a temporadas previas son escasas. En destinos turísticos masivos como Carlos Paz y Punilla, los ajustes en las tarifas han sido inevitables para hacer frente a las inflaciones pasadas y las proyectadas.
A pesar de una leve reactivación en las reservas, la ocupación actual se mantiene por debajo de los niveles históricos. Por ejemplo, mientras algunas propiedades reportaron una ocupación del 70% entre Navidad y Año Nuevo, este porcentaje ha descendido drásticamente al 40% entre el 1° y el 10 de enero.
El inicio de la temporada estival 2023-2024 se desenvuelve en un contexto de escalada inflacionaria, lo que provoca un incremento exponencial en los precios de alquileres y un marcado descenso en las reservas. La incertidumbre económica, la devaluación y los cambios políticos frenaron el movimiento no solo en la Costa Atlántica sino también en otros destinos nacionales.
La incertidumbre persistente y la situación económica continúan presentando desafíos significativos para el sector turístico argentino, que busca adaptarse y mantener una temporada aceptable en medio de este contexto adverso.
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