Número de edición 8393
Cultura

Los Palabristas de hoy y de siempre: Medardo Ángel Silva

Los Palabristas de hoy y de siempre: Medardo Ángel Silva.

Estimados lectores: gracias por acompañarnos nuevamente con su lectura a través de Diario NCO desde un sector de Los Palabristas de hoy y de siempre, revista literaria que fundé y dirijo desde el año 2001.

La reseña biográfica de la semana es sobre Medardo Ángel Silva (GuayaquilEcuador8 de junio de 1898 – Guayaquil, 10 de junio de 1919) fue un escritorpoetamúsico y compositor ecuatoriano, considerándose el mayor representante del modernismo en la poesía ecuatoriana, y perteneciente a la llamada Generación decapitada

Medardo Ángel Silva nació en Guayaquil el 8 de junio de 1898, descendiente de una familia de músicos, su padre fue pianista y afinador de pianos, don Enrique Silva, su madre fue doña Mariana Rodas Moreira.

Estudió la primaria en la Filantrópica e inició la secundaria a los 11 años en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte. Debido a distintas circunstancias abandona sus estudios y empieza a trabajar en imprentas, asimismo como profesor secundario.

Vivió en la casa de sus padres junto a Ángela Carrión Vallejo, con quien tuvo a su única hija, María Mercedes Cleofé Silva Carrión.

Desde temprana edad escribe versos que envía a periódicos locales, sin embargo, tuvo que esperar algún tiempo ver publicados sus escritos, fue en la revista literaria Juan Montalvo que tiene su primera aparición pública; en adelante su carrera sería imparable.

Se dio a conocer en los círculos literarios hasta merecer el respeto y la admiración de poetas, escritores, periodistas, entre otros, con los que mantenía amistad y correspondencia.

La poesía no fue el único género literario que Medardo Ángel Silva desarrolló; fue cronista, narrador, editor, crítico, publicista y músico. Sobre esta última, recuerdan sus amigos que interpretaba magníficamente una pianola Playotone ubicada en una habitación del diario El Telégrafo donde trabajaba.

Entre sus obras se encuentran El árbol del bien y del mal editada por él mismo, la novela ‘María Jesús’ publicada en el folletín de El Telégrafo, ensayos, crónicas de la ciudad de Guayaquil y distintas colaboraciones realizadas.

También fue director de las revistas Ateneo, España, Patria y Renacimiento. Con quince años funda su propia revista llamada «El Mosquito»​

En 1919 pasa a ser redactor literario en el diario El Telégrafo, el de mayor circulación del país, allí prepara la sección «Los jueves literarios» y también su columna «Al pasar”.

Para esa época Medardo Ángel Silva ya tenía experiencia suficiente como redactor literario, director encargado de revistas literarias, cronista; preparaba además la publicación de dos libros, uno con poemas y otro con ensayos.

Dos días después de cumplir los 21 años, el 10 de junio de 1919, el ya reconocido poeta toma la decisión fatal de acabar con su vida.

Según las noticias de la época, va a visitar a la que en ese entonces era su ex-enamorada Rosa Amada Villegas y en su presencia se quita la vida.

De lo acontecido aquella noche sabemos poco y es por eso que en el imaginario popular se han creado varias hipótesis sustentadas por aquel poema que el escritor dedicara a su amada y que se mantiene aún en la memoria del pueblo convertido en pasillo «El alma en los labios».

Él dijo que me amaba, tendría yo entonces entre 14 y 15 años, muy joven, escasa experiencia, fácilmente sugestionable. Fuimos enamorados corto tiempo; si yo lo hubiera amado realmente jamás habría sido feliz a su lado.

Testimonio de Rosa Amada Villegas

Muerte

Es imposible olvidar al poeta que se enamoró de Rosa Amada Villegas, de 14 años, que vivía en El Morro 704 entre Bolívar y Quisquís (Rumi chaca entre V.M. Rendón y Quisquís).

Pero Silva tuvo otro amor: Ángela Carrión Vallejo, muchacha a quien su madre, Mariana Rodas, acogió a pedido de unas monjas. Viviendo bajo el mismo techo –en 1919– nació María Mercedes Silva Carrión, única hija del vate, quien murió el 9 de agosto de 1981.

La trágica muerte del poeta, en cambio, ocurrió el 10 de junio de 1919, dos días después de cumplir 21 años.

Ese día fatal, por la tarde, vistió traje negro, zapatos de charol, bastón, corbata de seda negra y fue a casa de su Rosa Amada Villegas. Allí se suicidó de un disparo en la cabeza.

En el parque San Agustín, cerca al sitio de su muerte, está el monumento en su memoria. En el Cementerio General –ingresando por la puerta dos–, Silva duerme en su tumba que luce olvidada, acompañado de restos mortales de su madre.

Nadie olvida El alma en los labios, que según la leyenda escribió a pocos días de suicidarse, a mano y con tinta roja. Los versos que dedicó a Rosa Amada Villegas son cantados como pasillo

Cuando de nuestro amor, la llama apasionada, /dentro tu pecho amante, contemples ya extinguida; / ya que solo por ti la vida me es amada, / el día en que me faltes, me arrancaré la vida.

Siendo Rosa Villegas el centro de atención después del suicidio del poeta guayaquileño Medardo Ángel Silva; acosada por vecinos, amigos y medios de comunicación para conocer la verdad, aparece el testimonio de la mujer que despertó un amor desbordante en aquellos años frágiles del poeta suicida.

“El dijo que me amaba, tendría yo entonces entre 14 y 15 años, muy joven, escasa experiencia, fácilmente sugestionable.

Fuimos enamorados corto tiempo; si yo lo hubiera amado realmente jamás habría sido feliz a su lado… Decidí terminar tales relaciones. Él insistió muchas veces en reanudar aquello.

Me lesiona tratar (el asunto de El alma en los labios) esa letra me la envió después de haber terminado nuestro enamoramiento, él insistió constantemente; era un manuscrito en tinta roja”.

En la reconstrucción de la escena del suicidio, Adolfo Simmonds revela el propio testimonio del poeta guayaquileño.

Se asegura que a las 08h30 de la noche del 10 de junio de 1919, Medardo Ángel Silva llegó algo trastornado a la casa de Amada Villegas.

Se afirma que minutos antes había vaciado el revólver en su casa y le había puesto una sola cápsula.

La forma como se presenta la escena del crimen, demuestra la preparación consciente del hecho que iba a suceder. Dice textualmente Adolfo Simmons lo siguiente:

Después de unos minutos de charla con la chiquilla y con la madre, pidió permiso a la señora para hablar a solas con Rosa Amada. En la sala, él le indicó dónde debía sentarse, les esperaba una poltrona.

Silva le dijo 4 veces “acércate más y atiéndeme cinco minutos” y como era la cuarta insistencia y cuando ella se disponía a acercarse se oyó una detonación. El poeta había muerto”.

Más allá del suicidio del poeta guayaquileño, de los acontecimientos previos a su muerte, lo que realmente merece ser analizado es la capacidad creativa de este escritor, dueño de una sensibilidad, tejida dentro de los esquemas del romanticismo

Hoy nos queda “Alma en los labios” en la entonación de un pasillo que todavía lo cantan los jóvenes en momentos de nostalgia. Adolfo Simmonds

Carrera Literaria

Envió sus primeros poemas al periódico local El Telégrafo, pero fueron rechazados debido a su corta edad.

La obra de Silva se contiene en dos volúmenes: El árbol del bien y del mal, que él mismo editó en 1917, y Poesías escogidas, una selección que Gonzalo Zaldumbide publicó en 1926. Estuvo, con sus compañeros de generación

Arturo BorjaHumberto FierroErnesto Noboa y Caamaño— bajo la influencia directa de los simbolistas franceses, especialmente de Paul Verlaine y Charles Baudelaire.

Era un adolescente cuando escribió «Libro de Amor», «Las Voces Inefables», «Estancias», «Estampas Románticas». Es también autor de prosas poéticas y de una pequeña novela titulada María Jesús. Fue apodado «el niño suicida».

Obra Literaria

Escribió bajo los seudónimos de «Jean D’Agreve» y «Oscar René», que adoptó en 1915. De sus obras sólo fueron publicadas María Jesús y El árbol del bien y del mal, el resto quedaron inéditas.

Sus obras más importantes y conocidas son:

El árbol del bien y del mal (poesías, 1918)

María Jesús (novela, 1919)

La máscara irónica (ensayos)

Trompetas de oro (poesías)

En el 2004, el Proyecto de Rescate Editorial de la Biblioteca Municipal de Guayaquil publicó sus “Obras Completas”, en una colección de lujo propiciada por el Alcalde de la Ciudad, Ab. Jaime Nebot Saadi, cuyo primer ejemplar fue entregado a su nieto, René Colón Quevedo Silva.

Poemas

Amanecer cordial
Ah, no abras la ventana todavía,

es tan vulgar el sol!… La luz incierta
conviene tanto a mi melancolía…
me fastidia el rumor con que despierta

la gran ciudad… ¡Es tan vulgar el día!…

Y ¿para qué la luz? …En la discreta
penumbra de la alcoba hay otro día

dormido en tus pupilas de violeta…
Un beso más para mi boca inquieta…
Y no abras la ventana todavía!

….

Sueño en el jardín
Inmóvil duerme el agua del estanque aceituna
bajo las melodiosas cúpulas florecidas.

Y, como Ofelina en Hamlet, va el cuerpo de la luna,
inerte, sobre el lecho de las ondas dormidas…

Las dos… soñando en Ella por la avenida voy…

mis brazos la presienten y mi labio la nombra…
Inútil idealismo! si únicamente soy
una sombra que busca las huellas de otra sombra!

Fuente: Wikipedia/ amediavoz.

Queridos lectores espero que les haya gustado este pequeño vuelo literario.

Aquellos interesados en publicar material de su autoría en Los Palabristas de hoy y de siempre, deben enviar sus escritos como adjunto en Word a la  dirección electrónica siguiente: revistaliterarialospalabristas@gmail.com. Letra Arial 12.

Título de la obra, nombre apellido o seudónimo. Facebook: Revista literaria Los Palabristas de hoy y de siempre. Que tengan un excelente inicio de semana. Hasta el próximo lunes.

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