Número de edición 8328
Opinión

La Herramienta

Cualquier tipo de herramienta que esté al alcance de nuestras manos, ya sea material, física o intelectual, va a tener las aplicaciones que a la misma queramos procurarle.

La velocidad que le imprimamos a un vehículo puede ser para intentar salvar una vida a bordo de una ambulancia; llegar triunfante a la meta o provocar un desastre vial; el  mismo martillo conque fabricamos una cuna puede convertirse en un arma letal; el uso de la energía atómica aplicada a la medicina abrió caminos insospechados; reemplazó viejos sistemas energéticos o permitió masacrar alrededor de 140.000 personas en el acto más 160.000 durante las décadas posteriores a manos de EEUU durante los bombardeos a dos ciudades indefensas en 1945.

Por: Carlos Enrique Galli
carlosgalli@yahoo.com

                                                    

Las primeras transmisiones regulares televisivas se llevaron a cabo en 1927 en Londres a través de la BBC y en 1930 en Norteamérica por las cadenas NBC y CBS.

El debut de la televisión en la Argentina se produjo el 17 de octubre de 1951, al difundir (para los escasos aparatos existentes) el acto del Día de la Lealtad desde Plaza de Mayo con la palabra de la Jefa Espiritual de la Nación, la compañera Evita, en lo que fue una de sus últimas apariciones públicas.

A partir de allí, tanto a nivel nacional como mundial, la televisión se constituyó en un formidable elemento de dominación conque las potencias fueron imponiendo criterios, modas, gustos, costumbres e incluso, alterando culturas, contextos y hábitos cotidianos.

En nuestro país, a lo largo de sesenta y seis años, hemos asistido a tantos y tan diversos sucesos a través de la pantalla que se hace imposible siquiera hacer un pequeño racconto, aunque lo intentaremos.

Ignomiosos golpes de estado; elecciones; encuentros culturales; el ¿alunizaje?; la llegada del “Tío” Cámpora al gobierno; el sospechoso Mundial 78” que debía ganar la dictadura videlista; el titánico del 90”; el juicio a las juntas ya en democracia de la mano de R. Alfonsín; las rondas de las Madres; la caída del muro de Berlín; las caravanas del salariazo y la revolución productiva; los cacerolazos, saqueos y posterior fuga aérea de la Alianza; la irrupción en el Congreso del Flaco Irreverente; la asunción de Cristina; el paro “del campo”, donde más de un canal canalla partía la pantalla pretendiendo equiparar la situación; la inmensa despedida de Néstor; las  magistrales Cadenas Nacionales de CFK y por último, el patético y simiesco pretendido baile de MM mancillando el balcón del General.

Si bien entiendo perfectamente que el televisor constituye un elemento de distracción para la soledad de un sinnúmero de gente, el divertimento de tantos otros, fuentes laborales significativas y una válvula de escape transitoria, estamos asistiendo (no tan últimamente), a una degradación diaria de lo ofrecido que, en millones de casos, ofende la inteligencia de los espectadores.

Pretendidos debates políticos ejecutados por tipos serviles y advenedizos; vergonzosos pasatiempos de la “farándula” conducidos por sujetos de los cuales siento pudor  ajeno y que no reparan en el morbo y el escándalo guionado en pos del minuto a minuto; insufribles programas de entretenimiento en donde los participantes pueden hacer gala de sus extraordinarios desconocimientos;  la prédica antipopular de más de medio siglo de una ex mediocre actriz de los 40” agasajando -aún en épocas de pobreza virulenta- con mesas suculentas a lo más rancio y granado de la oligarquía del momento; noticias repetidas en infinito; novelas foráneas que coartan el trabajo argentino; las “casas” donde 20 descerebrados se recluyen por meses; los bailando, cantando, adelgazando o lo que sea por un sueño y, por último, la ama, reina y señora que nos inculca tantos contrasentidos que, de cumplirlos, llevaría al paroxismo a más de uno: abusivas, invasivas, extensísimas tandas publicitarias protagonizadas por un sinfín de señoras que fungen de intrépidas amas de casa combatiendo insectos, recomendando yogures, limpiadores, quesos, tampones, toallitas, desinfectantes, mayonesas, licores, autos, salsas, aceites, edulcorantes; que bien pueden ser bomberas, médicas, modelos, vendedoras, pero eso sí, siempre blancas, rubias, atildadas y sonrientes.

Al margen de todo lo relatado, lo verdaderamente preocupante, lo que el gran público consumidor de televisión desconoce, es quienes están detrás de sus momentos de ocio, de broncas, de esparcimientos, de un Boca-River, de un título mundial de boxeo o lo que sea.

El grupo América pertenece desde hace poco mayoritariamente al señor Claudio Belocopitt, CEO de Swiss Medical, con seis empresas radicadas en las Islas Vírgenes, quien adquirió un gran porcentaje de las acciones pertenecientes a Francisco De Narváez, convirtiéndose así en socio de Vila-Eurnekian.

Las ruinas de la otrora prestigiosa TV pública dependen de la Secretaría de Medios Públicos a cargo de Hernán Lombardi, ex sushi integrante de la Alianza.

El mexicano-guatemalteco Remigio González compró hace unos años canal 9 a sus ex propietarios D. Hadad y R. Moneta y por último, el grupo norteamericano Viacom, de aceitados vínculos con MM, M. Peña y O. Aguad se alzó con el canal de las pelotas.

Omito deliberadamente un comentario sobre canal 13 por dos motivos: jamás paso por su pantalla (de hecho la quité de la grilla) y  porque todos los compañeros que reciban y acojan estas líneas sabemos quiénes son y de qué se trata.

Palabras finales para algunos canales de cable, como C5N, CN23, RT o Telesur donde pueda localizarse, quienes son los que, de alguna manera, todavía nos hacen amigarnos con el LED o el Smart.

En lo personal, prefiero manejar la ambulancia; concluir un gran premio; fabricar la cuna de mis nietos y, de ser médico, darle un uso curativo a la energía atómica.-

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