Número de edición 8328
La Matanza

Isidro Casanova: Un rincón de luz en el Barrio Buen Pastor

Isidro Casanova: Un rincón de luz en el Barrio Buen Pastor

Isidro Casanova: Un rincón de luz en el Barrio Buen Pastor. La pandemia COVID 19 con su consecuencia de la cuarentena necesaria para combatirla, que llevo a la limitación de actividades productivas y comerciales para reducir la circulación social, profundizo la crisis en la Argentina que venía siendo golpeada por 4 años de las políticas regresivas del macrismo.

EMILIO GONZÁLEZ LARREA

 

 

 

Solidaridad frente a la urgencia del Hambre.

Si bien el gobierno de Alberto Fernández realizó una importante inversión en la ayuda social para mitigar los efectos sociales de la pandemia, fue insuficiente para satisfacer las necesidades de amplios sectores populares, en los cuales surgió con fuerza la necesidad del alimento diario de las familias en los barrios.

Florecieron a lo ancho y largo del país ollas populares y copas de leches, impulsadas por organizaciones sociales, sociedades de fomento, clubes deportivos o simplemente familias que usaban su casa para ese fin, así como también grupos de jóvenes que se instalaban en una plaza o en alguna esquina con una olla para acercar un plato de comida a sus vecinos.

Todo esto por supuesto, apoyado en las experiencias que tenia el pueblo durante la hiperinflación alfonsinista y la hiperdesocupación menemista donde surgieron las Ollas para combatir la urgencia del hambre. De solidaridad saben mucho las organizaciones populares y son un capital fundamental de la red solidaria con que cuenta la Argentina.

Visitamos el merendero Rincón de Luz, ubicado en Ruiz de los Llanos 364, en el Barrio Buen Pastor y conversamos con un grupo de mujeres, en su mayoría jóvenes, que están a cargo del mismo y de una Copa de Leche que funciona en el mismo Lugar.

Gisella es la referente de la CCC del barrio(Corriente Clasista Combativa) y coordina el Comedor que funciona en su casa, lo que era el comedor de su vivienda, es hoy la cocina del merendero.

Empezaron un grupo de vecinas.

Gisella cuenta que hace 5 años que están con el comedor, pero con la copa de leche desde el 2009, y que fue una iniciativa de varias vecinas que no pertenecían a ninguna organización social.  Pero “hoy es diferente, tenemos el respaldo de una organización como la CCC.

Somos 13 mujeres y un varón que trabajamos sosteniendo el comedor y algunos más la Copa de Leche, lo que suma 17 personas que participamos en este emprendimiento alimentario para nuestro barrio. El comedor funciona lunes, miércoles y viernes, estamos desde las 13 hasta las 19 hs en que entregamos la cena, martes y jueves, la Copa de Leche para los chicos y chicas y funciona de las 14 a las 17 hs. En total distribuimos 300 viandas de lunes a viernes y a veces estamos los feriados también; la demanda crece y no siempre podemos satisfacerla”.

¿Cómo lo sostienen?

“Los alimentos secos los recibimos de nuestra organización, pero tenemos que procurarnos la carne y la verdura, es decir todo lo fresco. Recibimos donaciones de comercios del barrio como carnicerías y verduras, vamos al mercado central, le pedimos el sobrante a algunos puesteros o nos metemos en los volquetes de descarte para revisar y seleccionar lo que está bueno. También el mercado de la zona nos hace descuento en las compras para el comedor”.

¿Quiénes son los beneficiarios del comedor?

“Nuestros comensales son tanto de este barrio como de barrios linderos, tenemos gente que viene de San Alberto, un barrio cercano. Vienen a retirar las viandas gente adulta, personas que están solas y familias, viene uno y lleva para todo el grupo familiar. En algunos casos le llevamos las viandas a las casas, es el caso de un señor no vidente, otros discapacitados o familias que han estado aisladas por COVID; esta semana se sumó una madre viuda con 11 chicos, dos de ellos discapacitados. Duele ver esas situaciones de extrema necesidad, gente que solo tiene para comer lo que retira del comedor.

Quiero decir que también festejamos el día del niño, del mismo modo que las pascuas y hacemos algo especial en las navidades, por ejemplo, el año pasado hicimos una colecta con los compañeros y dimos en el comedor pollo a la parrilla con ensalada y ensalada de frutas”.

Necesitan más ayuda del gobierno.

Gisella sostiene que el comedor no solo es necesario para esta época de pandemia, sino que es algo que debe estar permanentemente en el barrio hasta que la gente tenga trabajo y pueda, con su ingreso, resolver plenamente sus necesidades alimentarias. Y señala que “también se nos acerca gente a pedir trabajo, nos pregunta dónde anotarse para un plan o nos pide si le podemos dar algo de mercadería. Necesitamos más ayuda de mercadería del gobierno, ya que nos quedamos cortos algunas veces y por la crisis también los comercios del barrio o vecinos tienen sus limitaciones para donar.

Creo que el intendente Espinoza no se preocupa por cómo comen los matanceros, debería bajar y recorrer los comedores para conocer de primera mano la realidad; la calidad de los alimentos es muy mala, nos mandan garbanzos, porotos, polenta, fideos a veces partidos y han venido alimentos viejos en mal estado. Necesitamos aceite, puré de tomate, etc, sin eso no se puede cocinar y ahí es cuando tenemos que hacer maravillas y a veces juntamos la moneda entre nosotras, para adquirir lo que falta”.

Queremos un salario mínimo por nuestra tarea

“Casi todas las que trabajamos aquí, tenemos un plan social que es muy escaso y nosotras también tenemos que llevar comida para nuestras casas, pero hay días que privilegiamos a la gente y no llevamos nuestra comida. En el plantel también hay algunas compañeras que están esperando que les salga el plan y vienen en forma voluntaria. Entiendo que por la tarea que hacemos y que estamos todo el año, en los comedores y copas de leche, deberíamos tener un reconocimiento económico que llegara al salario mínimo, vital y móvil. Somos trabajadoras sociales.

Por otra parte, por nuestra tarea somos consideradas esenciales, creemos que tenemos que ser vacunadas contra el COVID, estamos todos los días en contacto con mucha gente y expuestas al contagio, por eso reclamamos que lo hagan rápido a todas y todos los que estamos en los merenderos y comedores”, concluye Gisella.

Un aliciente al alma

Vanina, una de las jóvenes que se atreve a hablar, refuerza la importancia de la tarea y manifiesta, “somos trabajadoras comunitarias y si bien para mi es un aliciente para el alma hacer este trabajo solidario, se tiene que reconocer con un ingreso fijo y que podamos vivir de él. Somos como el personal de salud, luchadoras contra la pandemia, en nuestro caso contra el hambre, creo que el gobierno, los de arriba, tienen que tomar nota de esto”.

Las luchadoras contra el hambre son Gisella, Aracely, Lujan, Vanina, Jimena, Aldana, Silvana, Cristina. Roxana, Carla, Ramona, Cinthia, Yanina, Mila, Romina, Ruth y Estefanía, acompañadas por Horacio, el único varón.

 

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