
La agrupación TGD Padres La Matanza se reunió con el sindicato encargado de la venta de fuegos artificiales para elaborar una ordenanza que concientice acerca de daño que provocan los estruendos en las personas con espectro autista.
Llegan las fiestas, el brindis con familiares y los cohetes. Una serie de estruendos que no sólo afectan a los animales, sino que se convierten en obstáculos ensordecedores para las personas con Trastorno con Espectro Autista (TEA). Así, la asociación TGD Padres La Matanza decidió elaborar una ordenanza para revertir el uso de fuegos artificiales, mayores a 84 decibeles, con el objetivo de aliviar el trauma que generan.
Taquicardia, temblores, falta de aire, náuseas, aturdimiento, pérdida de control y miedo son algunos de los efectos que generan los artificios utilizados al momento de llegar las 12. La integrante de la agrupación, Vera Vera, aseguró, en diálogo con Diario NCO, que el 35% de la población espectro autista sufre alteraciones sensoriales, sobre todo auditivas, debido a la imposibilidad de discriminar los sonidos que perciben en la misma frecuencia.
“Tratamos de buscar que aquellos que quieran festejar tirando algún fuego de artificio lo hagan bajo ciertos parámetros que no afecten a las personas con espectro autista o a las que tienen dificultades frente al impacto en cuanto a sonido”, explicó Vera y agregó que, si bien existen mecanismos para regular la situación, la pirotecnia tiene un impacto muy alto en su salud, comprobado por médicos.
Muchos de sus compañeros del grupo local deben medicar a sus hijos para que no sufran en el momento del estruendo. En este punto, Vera consideró: “Es muy angustiante pero la mayoría pasa las fiestas sin los chicos para evitarles un malestar. Es como si esos días estuvieran en una isla, totalmente apartados de lo que pasa alrededor.”
Por esa razón, el colectivo de padres se reunió con el Sindicato de Obreros y Empleados de la Industria del Fósforo, Encendido, Pirotecnia, Velas y Afines (SOEIFEPVA) para crear una ordenanza que pueda beneficiar a ambas partes y generar concientización tanto en vendedores como en consumidores.
El proyecto se diferencia del llamado “Pirotecnia Cero”, impulsado en un principio, debido a la falta de restringir una costumbre instalada en la sociedad. En este caso, el acta de la nueva reunión propone que la iniciativa se reajuste a la necesidad de mantener los puestos de trabajos involucrados en la venta de artificios.
Según lo expuesto en el documento, el programa también incluye el armado de un etiquetado especial, mediante un dibujo de una oreja verde o roja como señalización; la restricción de la venta de aquellos productos que superen los parámetros permitidos y la elaboración de spots publicitarios para informar sobre los proyectiles no perjudiciales.
“Lo que uno hace como agrupación es concientizar durante todo el año para llegar a más familias mediante carteles o folletería ya que hay mucha desinformación respecto a lo dañina que es-la pirotecnia- para nuestros hijos”, confesó Vera. Además, reiteró que no pueden dejarlos sin que tengan ningún tipo de resguardo porque se pueden agredir, golpear la cabeza o morder.
Especialistas enfatizaron que los TEA afectan a una de cada 59 personas y, que para algunos niños que los afecta, las luces en el cielo pueden ser abrumadoras y tener un eco más alto del que deberían. “A pesar de que el sonido está muy lejos, la persona con TEA puede escucharlo como si los fuegos artificiales explotaran en sus oídos”, advertía el escrito dirigido al Honorable Concejo Deliberante.
Sin embargo, la difusión y cooperación con sindicatos no fueron las únicas alternativas que los miembros de TGD Padres La Matanza utilizaron para crear la reflexión en la sociedad. Durante sus últimas jornadas, un grupo decidió implementar un casco sensorial, similares a los de realidad virtual, para que la gente pueda estar en los pies de una persona con TEA con el fin de apuntar a la empatía con el otro.
“Hay un porcentaje muy alto que se sacaba el casco antes de terminarlo, no lo soportaban. Otras personas, quizás las que tienen familiares que lo padecen, terminaban llorando mientras que había mucha gente que admitía no haber tenido idea de la gravedad”, afirmó la integrante de la entidad que ya lleva 11 años.
A pesar de las dificultades que deben afrontar cada día, Vera reflexionó: “Creo que las personas con espectro autista nos vinieron a dar una enseñanza. Hoy que es parte de mi vida, me hizo descubrir y valorar cosas que yo no tenía en cuenta”.