
El lugar hace diez años rescata animales discapacitados o enfermos graves para asegurar su recuperación. En este último tiempo la población creció mucho y necesitan ayuda para solventar los gastos que conlleva su buena acción.
Por MAILÉN da SILVA F.
En el año 2012 Giselle Ferrero, fundadora de Las Renatas, adoptó una perra por la cual el refugio lleva el nombre. En una entrevista exclusiva con Diario NCO, comentó que “me di cuenta que escaseaba la ayuda o no la recibían los animales que estaban más graves en la vía pública”.
En este sentido, se podían visualizar alertas pero no eran rescatados y, al serlo, “cuando iban a la veterinaria tomaban la decisión de eutanasiarlo, una decisión que la tomaba el veterinario o la proponía la persona que la rescató frente a todo lo que había que hacerle al animalito”.
Actualmente y luego de tres mudanzas, el refugio sigue funcionando sin subsidios y con la ayuda de la gente. Lamentablemente y debido al abandono, en el último tiempo la población de animales creció un 30 por ciento y ya se hace difícil costearlo para darle a cada uno el cuidado que merece, razón por la cual Las Renatas hace un llamado a la solidaridad.
Muchas personas realizan abandono de sus animales en la puerta del predio sin dar aviso. El refugio cuenta con cierta disponibilidad por el lugar y por los costos que hay que afrontar para salvar esa vida. En esta línea, Giselle señaló que “el sábado nos abandonaron una perrita discapacitada en la puerta del refugio. Tenemos la obligación intrínseca moral de recibirla. A la persona que la abandonó no le importa si estamos en condición o no de recibirla”.
Proceso de recuperación
Respecto a los abandonos la fundadora aclaró que a diferencia de quien deja a sus animales y desaparece, ellos a pesar de las complicaciones que conlleva, nunca los dejaron a la deriva. Sin embargo, “la gente no termina de comprender, no es entrar deliberadamente animalitos a un refugio. Para ingresarlo, hay que tener el lugar para tenerlo y a veces se tiene el espacio pero no están dada las condiciones”.
Las Renatas cuenta con un gran predio pero eso no significa que puedan seguir recibiendo animales ya que hay que generar espacios. Al tratarse de rescatados discapacitados, hay que adaptar el refugio a sus necesidades.
Por otro lado, también abandonaron animales sin enfermedades graves que no pueden mezclarse con los discapacitados ya que eso generaría grandes problemas. Por lo tanto, también hay que crear sectores para ellos que fueron tirados por la medianera sin previo aviso y tuvieron que socorrerlos.
Una vez que un animal ingresa existe un protocolo de salud: hay que hacerle análisis de sangre, placas, desparasitarlos, ponerles pipeta, vacunarlos, castrarlos y realizar curaciones. Esto, sumado a cada visita veterinaria y los nuevos sectores que necesitan es lo que está complicando la economía del refugio.
Al respecto, Giselle indicó que cuando llega un animal debe hacer 20 días de aislamiento y luego pasa a su sector definitivo dentro del refugio. Una vez que tiene su lugar y ya realizó todo el protocolo de salud, comienzan a realizar publicaciones a través de las redes para buscarles un hogar y tener una familia.
Sin embargo, la rescatista lamentó que “la taza de adopciones bajó muchísimo y están muy complicadas las adopciones en este momento”. Por día ella recibe entre cinco y diez llamados para dejarle animales y en los últimos meses hubo solo dos adopciones.
Un largo recorrido y un gran corazón
Desde aquel día en el 2012 cuando rescató a Renata Giselle abrió su corazón a aquellos animales que estaban siendo descuidados por las personas y condenaban su vida solo por su discapacidad.
Por ese motivo, abrió las puertas de su propia casa donde convive con su marido y cuatro hijos para ayudar a quienes lo necesitaban. La población de animales solo creció y por ese motivo decidió alquilar un predio en Villa Madero con una compañera.
Sin embargo, al momento de renovar el contrato el dueño no accedió por problemas con los vecinos y se complicó conseguir un nuevo lugar hasta que una persona de Escobar donó su propiedad con la condición de hacerse cargo de los animales que estaban allí.
A pesar que ya había animales, cuando Las Renatas llegó no fueron bien recibidos y el intendente les pidió que se fueran enviando numerosas notificaciones sin dar una resolución. Nuevamente tuvieron que buscar un predio para comprar y finalmente lo compraron en Virrey del Pino donde se encuentran actualmente.
Con préstamos y ayuda de la gente fueron construyendo un nuevo lugar de cero. Actualmente debido a la gran población el refugio está necesitando donaciones de dinero y materiales de construcción. Para concluir, Giselle solicitó que “la gente considere a los animales parte de la familia. En esa concepción está la clave para que paren los abandonos y demás”.
Para colaborar se pueden comunicar al: 1130017001 Giselle
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