
El miércoles por la tarde el ministro de Economía nacional, Martín Guzmán, presentó la propuesta -como él señaló- de “importancia fundamental para el futuro de la Argentina”.
Por Darío Banga para Diario NCO
La razón de la presentación: “Discutir con ciertos detalles las características del proceso de restauración de la sostenibilidad de la deuda”. Es parte del Gobierno nacional incluir en cada uno de los pasos, al Poder Legislativo, como así sucedió con la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva.
El ministro dio detalles de la situación crítica en la que se encuentra la Argentina en materia económica y social, y que de no resolver la situación de la deuda externa se podría producir un descalabro macroeconómico que sería devastador para la nación, una película que ya vimos y no queremos volver a ver.
En los últimos dos años, 465 mil personas entraron en situación de indigencia (personas que no alcanzan a llegar a completar la canasta básica alimentaria).
La pobreza (personas que no alcanzan a cubrir la canasta básica total) aumentó su porcentaje de 28,6 a 35,4. Produjo el ingreso de 2 millones de pobres en los últimos años.
Párrafo aparte para la pobreza infantil que casi 1 de cada 2 chicos (42,3%) en la Argentina es pobre. A lo que el ministro refirió “una sociedad que le está socavando el futuro a la gente que nace”. La desocupación desde el 2015 al 2019 pasó del 6,5% al 10% y 11% en el caso de las mujeres.
El PBI (Producto Bruto Interno) cayó 3 de los últimos 4 años y su caída es superior a 4,5% en los últimos 2 años. En la producción, la industria se llevó la peor parte. La capacidad instalada por encima del 60% es el génesis de la informalidad, pobreza e indigencia.
La inflación en el 2019 casi toca el 53%. La disparidad entre las metas de inflación anunciada por el Gobierno anterior y las metas obtenidas fue de un error de una magnitud sorprendente.
Cabe recordar las metas inflacionarias del 2018 donde hasta ese entonces el expresidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aseguraba que la política monetaria estaba por el camino correcto y que 2018 iba a marcar la inflación más baja en décadas (10% +-2), hoy sabemos cuál fue el resultado.
La deuda pública subió del 52,6% del PBI en 2015 al 88,9% del PBI en el 2019.
En correlación del crecimiento de la deuda, no se generaban crecimientos internos económicos, eso produjo una caída libre de espiral recesiva que hasta el día de hoy se trata de frenar.
El ministro desarrolló una premisa como anticipo a la discusión que se llevará adelante en el recinto. Dio a conocer que los países no salen adelante mientras tanto la deuda siga pisando al país.
También explicó que la situación de endeudamiento en que se encuentra la Argentina hace contraer al sector público. Al haber menos capacidad del Estado para impulsar la demanda, se produce menos y con respecto al sector privado se genera una incertidumbre.
A ese mecanismo Argentina lo viene experimentando estos últimos 4 años como consecuencia de una caída brutal de la demanda que nos llevó al incremento del desempleo y de allí pobreza e indigencia.
Para salir adelante de esa caída libre es necesario sacarse la deuda de encima. Esta caída fue como consecuencia de un programa económico que fracasó pero que generó un optimismo económico en los mercados financieros internacionales.
“Se vendió la idea de lluvia de inversiones”, aludió el ministro,
pero en realidad eso nunca paso. Solamente llegaron las inversiones especulativas.
Para eso es necesario cambiar ese modelo hacia el modelo productivo, sabiendo que existe un contexto de restricciones duras. Argentina lo que debe hacer, según el ministro, es tener un crecimiento sostenible y para eso la primera condición debe alcanzar un superávit aún mayor en la balanza comercial (incrementar el volumen de las exportaciones), conjuntamente con el crecimiento del mercado interno.
El ministro propone un horizonte de cambio. Tener un orden en la variable externa y fiscal. Creer en la moneda argentina y la obtención de capacidad de ahorro en la misma (se generó un nuevo plazo fijo precancelable UVA).
Algunas medidas que se llevarán adelante son de emergencia para hacer frentes a ciertos factores económicos, como por ejemplo la caída de la demanda.
Otro horizonte del programa es la baja de la tasa de interés, que llegó a superar el 80%. Ese resultado fue la caída brutal de los créditos, un enorme endeudamiento en moneda nacional por parte del Estado antes las entidades financieras, a través de las Letras de Liquidación (Leliq) y un endeudamiento de la clase media y baja que se vieron obligados a pagar intereses en financiación en tarjeta por encima del 140% y sentenció de muerte a muchas pymes entre otros colapsos.
El ministro aseguró que hay un programa macroeconómico muy bien definido, cada medida que se tomara tiene por detrás un programa. Y aludiendo a la disparidad de las metas inflacionarias del Gobierno anterior concluyó: “Si se entiende por programa macro a que venga a presentar un Power Point con proyecciones a 10 años, no esperen eso de nosotros, eso no es serio, ¿Funcionó alguna vez?”.
El ministro no cree en el largo plazo, es que en realidad la economía es cambiante, depende del contexto y con una economía interna casi en la quiebra sería imposible planificar en el largo plazo.
En el corto plazo, la planificación vendrá de la mano de un acuerdo de precios y salarios para atacar la inflación. La cartera de Economía entendió que desde el lado fiscal y monetario no se podía arreglar una macro desordenada totalmente, por eso el Estado tendrá un rol fundamental en la coordinación de las metas.
Desde lo monetario dirigir los escasos dólares para la producción. Una vez atacado el desorden macro se cree que para el 2022 alcanzaría un equilibrio fiscal primario e incrementaría al 1,2 en el 2023.
Una vez ordenado el Estado argentino, se enfrenta un desafío aún más difícil la deuda en moneda extranjera. El ministro para esto pide colaboración de otros sectores políticos y de la sociedad. Entiende que la Argentina tiene una voluntad firme en el pago, pero para eso hay que crecer, pero en las condiciones que antes mencionamos.
Argentina plantea un crecimiento sostenible, el análisis de esa sostenibilidad recae, que la Nación les pondrá sobre la mesa los intereses que podrá pagar cada año, y dejó bien en claro que la Argentina no hará política de austeridad fiscal para obtener esa sostenibilidad.
A su vez dijo que la receta de la austeridad fiscal solo conduce a una caída de la demanda, reducción de los ingresos del Estado y se llega al fatídico default.
Por otra parte, atacar la incertidumbre, programando senderos realistas en el frente fiscal y monetario.
El ministro concluyó: “No hay peor opción que la austeridad fiscal en una recesión, enfrentamos una enorme responsabilidad y desafío, que es evitar que esta situación dramática se convierta en una tragedia social”.
Toda esta situación se resolverá en el corto plazo porque como decía uno de los economistas más brillantes de la historia, John Maynard Keynes, “a largo plazo todos estaremos muertos”.
Fuente de imagen de Martín Guzmán: Página 12.