Número de edición 8323
La Bata

LA BATA: ¿Y EL PRESENTE DEL ROCK NACIONAL?; “Que las bandas emergentes se sumerjan”

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Con esta frase cerró hace poco Daniel Melero, músico e histórico productor argento, un conocido festival junto a Adrián Dárgelos, cantante de Babasónicos. Dijo claramente, ahora que hay grupitos que emergen de forma efímera, “entonces que las bandas emergentes se sumerjan”. Y eso resume mucho el estado actual del rock nacional. ¿Podemos hablar de un rock que es “nacional”, que representa el “ser argentino nacional”? ¿Y en Matanza, cómo están las papas?

Por Jonathan Agüero Cajal JVAC
jonathan.aguero.diarionco@gmail.com
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facebook/jonathan.agueronco
@jonathanagueroc

La otra pregunta que nos viene a la mente es ¿quién es Daniel Melero? Nadie lo conoce, es un nombre completamente desconocido dentro del imaginario y de la música popular. Y mucho menos de este supuesto rock nacional contemporáneo. Melero pertenece al under y muy pocos saben que fue, por ejemplo, el autor de la canción “Trátame Suavemente” que luego reversionó exitosamente Soda Stereo. Y que miles de pibes escuchan a diario gracias al programa Graduados de Telefé. O nadie sabe que fue el padrino, descubridor, productor e ideólogo del exitoso sonido de Babasónicos. ¿Entonces cuáles son los parámetros que definen el actual malestar del rock nacional?

Para tratar de responder estas dos preguntas primero hay que revisar el pasado para comprender el presente. Claro que tenemos un rock nacional, tenemos uno de los mejores rock de Latinoamérica que surgió en la década del 60’ y el 70’ con bandas como Los Gatos; después vendría Manal y los comienzos del hard rock, Sui Géneris, Pappo, La Cofradía de la Flor Solar. El asalto de los 80’s, el punk, los Violadores, Sumo, Soda Stereo, Redondos, Virus, más Charly, los comienzos de heavy con Riff y demás. Gracias a este gran caballo de batalla sirvió de inspiración para todo el continente americano, en una época donde era casi impensable hacer un rock en castellano, no había forma de concebirlo, y nosotros los argentinos lo logramos.

¿Y quiénes nos faltan en la lista? La década de los 90’s. Una década marcada en nuestro país por la llegada del neoliberalismo salvaje, acentuada con un gran proceso de neo globalización, produjo grandes cambios en el rock nacional. Más que nunca se lo consideró al rock “precisamente nacional” de “corte popular”. Pero las bandas que estaban dentro del imaginario popular y que agitaban a las masas eran menos sofisticadas, menos innovadoras y apelaban más al sentido tradicional y ortodoxo de encarar al rock & roll.
A excepción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que es un caso único y atípico en todo el globo. El resto, bandas como Los Piojos, La Renga, Viejas Locas, Attaque 77 (con mejores intenciones) representaban los compacts disc (cómo se decía en aquella época) que todo pibe perejil escuchaba en su cuarto en la década del menemismo. Rock barrial, del barrio, de la yeca. Más de la poesía urbana, con poca rebelación y revelación ideológica y política para contar.

Ahora para seguir entendiendo qué pasó para que hoy en día tengamos ese mal sabor de boca al no poder nombrar ningún nuevo “Charly”, ningún nuevo “Pappo”, ningún nuevo “Spinneta” dentro del rock local. Tenemos que examinar el fin de la industria discográfica o mejor dicho su crisis. Las formas de producir y consumir música hacia fines de los 90’s y comienzos del Siglo XXI se vinieron a bancarrota. Ahora las discográficas ya no apoyaban a las bandas under para que salieran al sol, sino por el contrario sólo a las que generaban rédito comercial. El rock terminó por prostituirse y “caretearla” como se dice en la jerga. ¿Cuál fue el último grupo que intentó llevar al rock a nueva plataforma, a ese rock argentino 2.0? Tal vez Catupecu Machu, pero sus intenciones quedaron cortas al fin y al cabo.

BUSCANDO UN SONIDO 70’,80’,90’

El rock argentino desde su génesis se fue acomodando y fue mamando lo mejor del rock de afuera. En los 60’s y 70’s con el flower power, la movida beatnik y la psicodelia. En los 80’s el punk, la new wave, el hard rock y el heavy metal. ¿Y en los 90’s? En EEUU surgía el “rock alternativo y el shoegaze” con bandas como Nirvana, R.E.M y Sonic Youth. Y en Gran Bretañan, hacían gala y acto de aparición el auténtico “Brit Pop” con bandas como Oasis, Blur, Suede, Pulp, Radiohead y demás.

Había un nuevo sonido para explotar y las bandas argentinas no lo aprovecharon. ¿No lo aprovecharon? En realidad no fue así, surgieron bandas que intentaron seguir el sendero marcado, el futuro, pero pertenecían al under. Nadie les dio pelota, nadie les permitió volar un poco. Nadie les ofreció un mísero contrato para demostrar de lo que eran capaces. Bandas como El Otro Yo, Massacre, Los Brujos, los primeros Babasónicos, Suárez, Perdedores Pop, Avant Press, Santos Inocentes y miles más. Se los conoció como la era sónica. El tacho de basura que quedó abajo del rock chabón, del rock barrial.

¿Y MATANZA?

En Matanza gozamos por fortuna de un circuito rockero tan heterogéneo como hermoso. Donde podemos encontrar bandas de todos los géneros, gustos y sabores. Es cierto, si seguimos el lineamiento de este análisis, que también podemos encontrar más de lo mismo. Pero recordemos algo que es bien nuestro, y que nadie nos puede arrebatar. “En el oeste está el agite”. La banda que mayor convocatoria tiene a nivel nacional no sólo debe, es requisito de exigencia pasar a transpirar la camiseta por Matanza y el far west. El problema es que existen muchas bandas y todas la pelean a pulmón y corazón desde el under. Desde el anonimato, desde la autogestión. No hay contratos, no hay compañías discográficas, ni nada. Las bandas (con buenos códigos) se bancan solas y se ayudan entre sí.

¿Y en cuanto al sonido? A lo largo de las distintas entrevistas y notas realizadas en La Bata para el NCO podemos corroborar que Matanza y Oeste tienen pequeñas futuras promesas que buscan innovar en el sonido y llevar al rock un pasitomás allá: NYA, Neuröticos, Enlace, Cómplices, Almas Perdidas, Mancomudo y la lista sigue. Pero hay otro problema… no hay lugares para tocar. El sucio negocio de muchos locales que cobran excesivas cantidades de plata a pibes que apenas pueden costear su sonido. En varias entrevistas para el NCO las bandas matanceras nos revelaron una enquistada costumbre que existe en el folclore del rock: pagar para tocar junto a una banda de “renombre”. Para ser telonero de una banda medianamente en ascenso, los grupos que recién empiezan tienen que pagar por una fecha que no les termina rindiendo económicamente y que encima no les genera el prestigio que tanto esperaban. La eterna lucha entre el dueño del boliche y el músico.

POR LA LEY DE LA MÚSICA

Es por eso que dentro del seno de las bandas unders, las que no quieren pagar para tocar a las que les importa más el arte y compartir un momento (y sobre todo música); están luchando por la sanción de la “Ley de la Música”. Esta ley, con el apoyo de músicos de larga trayectoria como Cristian Aldana líder de El Otro Yo y presidente de la UMI (Unión de Músicos Independientes), lo que busca es “impulsar la producción fonográfica y de videogramas nacionales”. Esa es la premisa creada por el proyecto del Instituto Nacional de la Música (INAMU). Ayudar a las bandas que están en la nada, a encontrar una brújula para autoproducirse. El pasado 1° de Noviembre Diputados logró darle por fin media sanción y ahora está en espera en Senadores.

Y así llegamos a la actualidad. Para colmo la crisis del 2001 no ayudó mucho a levantar una nueva generación de rockeros intelectuales y rebeldes. Sí hemos encontrado canciones que por fortuna ayudaban a gritar “que se vayan todos” como la primer formación de la Bersuit, la bronca onda Rage Against the Machine de Carajo y la filosofía barata de Callejeros. Mientras hoy suenan en las radios cosas como No Te Va a Gustar, Tan Biónica y Coti podemos seguir preguntándonos ¿cuándo las nuevas bandas de la movida indie de La Plata como El Mató a un Policía Motorizado, 107 Faunos y Viva Elástico; o Eruca Sativa y Cirse tomarán la posta para ser representantes de una nueva generación que se cansó de escuchar el “revival del revival”? ¿Cuándo podremos decir con orgullo que las bandas matanceras también gozan de una escena justa, con lugares para tocar, y gestión para la grabación y edición de discos? Tal vez es como dice Melero, “que las bandas emergentes (que la están “careteando”) se sumerjan” para darles lugar a las verdaderas promesas.

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2 comentarios

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