
En estas últimas semanas donde la figura de la cantante y actriz Jimena Barón ha sido vapuleada y condenada por la sociedad argentina tras su última obra, la cual hace referencia a las trabajadoras sexuales, desde la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina, Georgina Orellano, dio su parecer.
Orellano es trabajadora sexual desde febrero de 2006 y es secretaria general de A.M.M.A.R. desde marzo de 2014, estudió en la UBA y actualmente reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
¿Qué es A.M.M.A.R?
“A.M.M.A.R es un sindicato a nivel nacional que nuclea y defiende los derechos humanos y laborales de las personas que nos reconocemos como trabajadoras sexuales.
Es una organización a nivel nacional que tiene 35 años y que pertenecemos a la C.T.A. (Central de Trabajadores de Argentina) y luchamos para acceder a los derechos laborales, a tener obra social, a una jubilación, tener una herramienta legal que nos ampare y dejar de trabajar en la clandestinidad, en cuanto al abuso, hostigamiento y coimas policiales”.
¿Qué significó para ustedes lo sucedido con Jimena Barón?
“Para nosotros fue muy lamentable como se manejó o se intentó manejar la discusión y el debate, es histórica la tensión que genera el trabajo sexual dentro del movimiento feminista.
También es histórica la división que hay con imposiciones encontradas y ya casi irreconciliables con respecto a nuestro trabajo, pero creo que fue desmedido el maltrato que sufrió Jimena (Barón), que sufrimos nosotras.
La descalificación, el tono, la violencia, mucho se hablaba también en las redes sociales haciendo un llamamiento como feminista de la violencia, no de la violencia para desacreditar a las personas que defiende nuestro trabajo, que intentamos mejorar las condiciones laborales, realmente es lamentable”.
¿A través de su lucha buscan desconectarse de la prostitución?
“Es que no hay una clara distinción ni social ni tampoco legislativa, y eso es lo que nos preocupa a nosotras porque las leyes actuales que tenemos en nuestro país se equiparan en la trata de personas con el ejercicio del trabajo sexual.
Hay muchas compañeras que no pueden alquilar para poder trabajar o poder vivir porque las leyes terminan persiguiendo a las personas que facilitan el lugar para la vivienda o para realizar nuestro trabajo y el de nuestras compañeras.
Por eso es que vivimos intentando generar conciencia social y dentro del amito político saber qué pasó y que sucede con las políticas anti tratas, después el debate público con la descalificación cuando en A.M.M.A.R. una compañera fue asesinada por denunciar la trata de personas (Sandra Cabrera).
Tenemos compañeras que cumplen roles muy importantes, no tan solo en la asociación sino también en el movimiento obrero. En Santiago del Estero hay una compañera, Mariela Contreras, que fue testigo clave en el caso de la Dársena, que puso en riesgo su vida cuando secuestraron una trabajadora sexual. Me parece que el hostigamiento a compañeras que ya vinimos siendo golpeadas, vulneradas, violentadas es innecesario”.
Elena Reynaga
Elena es una ex trabajadora sexual argentina y defensora de los derechos humanos, hace campaña por los derechos de las trabajadoras sexuales, es miembro fundador de la Asociación de Mujeres Trabajadoras sexuales en Argentina y secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de América Latina y el Caribe (RedTraSex).
En el 2008 participó en la Conferencia Internacional sobre Sida en Cuba donde antes todos los presentes, incluso Fidel Castro, pidió mejores condiciones de trabajo, atención médica, reconocimiento del trabajo sexual como trabajo y a la audiencia pidió que se vea a las trabajadoras sexuales no como un problema sino como parte de la solución.
¿Qué proyectos han presentado?
“Vinimos impulsando distintas normativas, una fue a nivel nacional en el año 2013 donde se intentó explicar la distinción del trabajo sexual de la trata de personas.
A nivel provincial presentamos distintas legislaciones. En Santiago del Estero se presentó una ley de reconocimiento de las trabajadoras sexuales, ahora nuestras compañeras están impulsando una reparación histórica porque en Santiago del Estero a diferencia de las demás provincias tienen derogado los códigos controversiales.
Esos códigos vigentes aún en 17 provincias son los que criminalizan el espacio público para realizar los servicios sexuales y cuya penalidad, directamente hacia las mujeres que ejercemos la actividad en dichos espacios, somos llevadas detenidas.
Santiago del Estero es unas de las pocas provincias que tiene derogada ese código y las compañeras están tratando de impulsar una legislación provincial que venga a reparar la violencia institucional.
Violencia institucional que históricamente ha llevado el Estado con códigos que vienen del proceso de la dictadura militar que son inconstitucionales y una reparación económica, teniendo en cuenta que las compañeras que padecieron esos códigos controversiales hoy tienen 60, 65, 70 años y no pueden jubilarse porque el trabajo sexual no está reconocido”.
¿Cuál es la diferencia que hay entre el trabajo sexual y la trata de personas?
“La distinción que hacemos desde A.M.M.A.R. es que la trata de personas es un delito y que en ese delito hay personas puestas contra su voluntad para desarrollar una actividad basada en la explotación laboral que puede ser la prostitución, puede ser el trabajo textil o el trabajo rural.
En nuestro caso, cuando hablamos de trabajadoras sexuales, hablamos de personas mayores de edad que de forma voluntaria y por consentimiento propio desarrollamos esta actividad.
El trabajo sexual es una actividad que consiste en ofrecer un servicio sexual a cambio de una remuneración económica, básicamente esta es la diferencia entre nuestro trabajo y la trata de personas.
Lamentablemente esta distinción que nosotras hacemos sobre todo haciendo hincapié en que la línea que es el consentimiento y la voluntariedad de la persona no es la misma que hay en el Estado.
Para el Estado hoy por hoy trata de persona es todo, aunque la persona consienta su propia explotación, es decir, aunque nosotras nos definamos como trabajadoras sexuales para el Estado somos víctimas de tratas”.
Para reflexionar
“Más allá del debate que se ha generado, el trabajo sexual existe y seguirá existiendo y en este momento con mayor clandestinidad, sin regulación, sin derechos.
La discusión que hoy nos planteamos es ¿qué tipo de trabajo sexual quieren que haya en la sociedad? ¿Un trabajo sexual clandestino con violencia policial, con represión policial o un trabajo legal con derechos laborales para las trabajadoras y con alternativas laborales para aquellas personas que quieran otra opción a la prostitución?”.