El referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza dialogó en Haciendo Radio y analizó la situación de la pandemia con respecto a este tema y destacó que la desigualdad que se pronunció no se generó por el Covid 19.
Con casi 45 años como integrante de la organización que protege los derechos constitucionales de las personas, Pablo Pimentel es una referencia obligada en la materia y luego de la polémica por la concesión de prisiones domiciliarias por la pandemia de coronavirus, salió a aclarar los alcances y límites de los organismos de DDHH.
En una nueva emisión de Haciendo Radio, que sale de lunes a viernes de 10.30 a 13 por la 2020 Radio NCO (www.diario-nco.com/radio) el entrevistado comenzó su charla explicando que “como organización nos hemos ido formateando a través de la atención virtual, que nos hizo conectar con mucha gente en esta época de pandemia”.
A su vez, expresó su repudio para con el sistema económico mundial, al que acusa de generar consecuencias similares a la pandemia: “El capitalismo enferma, margina, empobrece, mata, históricamente desde su fundación, al 70 por ciento de la humanidad. La pandemia pronuncia esto en los barrios carenciados”.
“A esa pandemia de desigualdad que genera el capitalismo se le suma la pandemia con el Covid-19, que lo tomamos con mucha seriedad y preocupación para actuar de la mejor manera”, complementó el referente de la APDH de La Matanza.
Las APDH como puente de diálogo
Cuando se generó la discusión sobre las prisiones domiciliarias, se llegó a acusar a estas organizaciones como promotoras de la liberación de presos, pero Pimentel aclaró la función real: “Creen que facilitamos la liberación de precios y no, no es así. Somos parte de un puente donde el preso pueda expresar lo que necesita saber de un juez o de su abogado defensor”.
“Quiero destacar que la Defensoría General de La Matanza ha hecho un trabajo excepcional, en la figura del joven abogado Diego Milanesi, que no cobra mucho, pero hacen un trabajo a conciencia, como los maestros, son apóstoles del buen trabajo”, enfatizó el entrevistado.
Asimismo, detalló el fatigoso trabajo que vienen realizando desde el comienzo de la pandemia en el país: “Tengo muchas ganas de seguir haciendo cosas por los demás. Uno queda más agotado que cuando hacía una vida sin cuarentena y sin pandemia, porque es un llamado atrás de otro, un WhatsApp atrás de otro”.
El preso, la ansiedad y las condiciones carcelarias
Sobre la forma en que viven las personas encarceladas, Pimentel fue tajante y delineó que “el nivel de ansiedad de la gente privada de su libertad es muy grande. El preso, en las condiciones históricas que ha tenido, se le produce un doble dolor. Las condiciones carcelarias de la Argentina siempre han sido deplorables”.
“Si a eso le sumás una pandemia, el grado de desesperación que les genera hizo que busquen de alguna manera interlocutores que le puedan servir como puente y eso es lo que hizo la APDH”, sumó el referente de la APDH de La Matanza.
Conjuntamente, admitió que su trabajo como defensor de derechos humanos es agotador, pero a pesar de ello existe una voluntad irrenunciable: “Reconozco que los militantes no tenemos ni día ni horarios, y eso afecta la vida privada de uno, pero militar en países subdesarrollados donde la pobreza está llegando al 50 por ciento es un desafío que llevamos hace mucho tiempo”.
Por último, reafirmó la función de este tipo de organizaciones y concluyó que “lo que hacemos es trasladar notas virtuales donde el preso le peticiona a su juez lo que cree que tiene por derechos. Después está en las facultades del juez concederlo o no, pero que la gente entienda que los organismos de derechos humanos tenemos límites hasta donde actuar”.
Tras la calma de las aguas, voces autorizadas salen a dar precisiones sobre el trabajo en base a los derechos humanos, para tener sustento en las palabras y no infundir ni difundir falsas acusaciones.
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