
Tras estar 93 días en ese país caribeño, Wolfie Ribero Couto volvió al país tras una provechosa travesía donde logró importantísimos avances en su salud, lo que le posibilita tener una nueva y mejor calidad de vida.
Entre otros avances, el joven habla con claridad, está mucho más erguido cuando permanece sentado y redujo a 12 los 28 medicamentos que tomaba a diario.
Ni bien llegado al país, Wolfie escribió una carta dirigida a todos los que lo ayudaron para que pudiera viajar a Cuba y llevar adelante el período de rehabilitación. La estadía finalmente se extendió a 93 días gracias que un empresario argentino financió el tercer ciclo en el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN).
La carta
“¡Gracias! tengo que empezar por esa palabra, porque sin ustedes que me ayudaron donando, haciendo recitales, festivales, vendiendo rifas o compartiendo una publicación, no hubiera podido ir a rehabilitarme a Cuba durante 93 días.
Pero me sirvió mucho para aprender que aunque esté en la situación que estoy, aún puedo tener una vida «normal», que puedo hacer viajes, salir a un bar con amigos, ir a la playa, ir al cine o simplemente a “caminar”.
Me ayudó a valorar mucho más la suerte que tengo de que haya gente como ustedes, solidaria e interesada en ayudar al prójimo.
Gracias a los 93 días que estuve rehabilitándome en Cuba recuperé la voz, ahora puedo tener una charla normal sin preocuparme de que no me entiendan, gané bastante control de tronco y puedo estar mucho más erguido cuando estoy sentado. Estaba tomando 28 medicamentos al día y ahora solo tomo 12.
Esta reducción me permite estar más activo y cuidar un poco más mi organismo de tantos químicos. Gané un tamaño considerable de masa muscular, sin decir que tengo movimientos mínimos en las manos, pero de a poco se van a ir recuperando.
Al 6to día de mi regreso ya empecé a adelantarme en los estudios del curso de ingreso por UBA XXI de psicología por tiempo que estuve ausente, a la vez que estoy dándole a full con mi rehabilitación y sigo pensando en nuevos proyectos para seguir avanzando, proyectos que estando solos, son imposibles de lograr.
Mi camino no termina acá, recién comienza, y es ahora cuando más los necesito a todos para que a quien le corresponda, me ayude a seguir avanzando. Por eso quiero terminar como empecé, dándoles ¡GRACIAS!”
Un papá agradecido
Diego Ribeiro el papá de Wolfie que lo acompañó durante el largo período de rehabilitación que el joven realizó en Cuba, contó detalladamente todo la rutina que llevaron adelante en aquel país caribeño.
- Wolfie está libre de más de la mitad de toda medicación basura que le dieron durante 3 años, y estamos hablando de unas 28 contra 12… ¿Hacía falta?
-
Wolfie ya no usa más cánulas plásticas, las que le generaban muchas secreciones, mal olor, tener que aspirarlo muchas veces al día, inflarle y desinflarle el balón de la cánula, la cual le estaba provocando otras cosas «malas» en la tráquea, aparte de no dejarlo tener voz. Ahora Wolfie puede hablar y cada día que pasa puede hablar más claro y fuerte.
- Ahora con una cánula de metal, paso previo a decanularlo, sigue su terapia en logopedia donde está fortaleciendo su capacidad respiratoria. Cosa que si recuerdan, nos habían dicho que iba a usar un respirador de por vida…
Wolfie después de las terapias y con mucho esfuerzo puede mover algunos dedos y manos, también está teniendo más control de tronco y brazos. Cosa que ya mejor no seguir recordando los diagnósticos «médicos» que nos habían dicho. Al igual que la desesperanza y miedos que nos taladraban la cabeza…
En Cuba fueron bien claro, Wolfie tiene una lesión en la médula que no es total, hay que trabajar y no rendirse, que su recuperación solo depende de él y de la constante estimulación. Allá se va a aprender y lo que se hace, se hace con la convicción de que es para mejor. En más de 30 años por el CIREM pasaron muchísimas personas peores que él y se recuperaron.
- Seguro que hay cosas que no están del todo bien, pero les recuerdo que ese país es una isla que tiene un bloqueo económico y no produce casi nada. Pero en solo un mes, se logró lo que en nuestro querido país no se hizo en 3 años, porque cuando empecé con todo esto de Cuba me decían: ‘¿hace falta ir tan lejos para hacer una rehabilitación? si acá en la Argentina bla bla bla… No te van a ayudar del gobierno o de la obra social por algo que hay en la Argentina y bla bla bla…’.
En fin… en un mes, en solo un mes y con todas las contras que tiene un país bloqueado y desabastecido, con las contras que puede llegar a tener estar tanto tiempo lejos de casa, extrañar a todos y todo, extrañar la comida, las comodidades, el clima, este «pibe» hizo lo imposible…
Otra de las cosas grandiosas de este “viaje de placer», como creían algunos, es que pude lograr lo que fue mí plan B para Wolfie, que pudiera ver que puede viajar en un avión, tomar sol en una playa del Caribe o donde sea, que pudo conocer gente realmente increíble, súper humanos, con enfermedades terminales o sin partes de su cuerpo que se calzan una muleta y caminan y allá no le dicen ‘vas a quedar así o te quedan tantos años de vida’…
Un premio extra
Como si fuera poco todo esto que les cuento y a modo de regalo, de recompensa, de bendición, de milagro, llámenlo cómo más te guste. Premio al sacrificio de bancarse estar postrado en una cama y una silla durante 3 años, solo moviendo la cabeza y dependiendo absolutamente de todo y superarse día a día sacando fuerzas de dónde no hay solo para mover un dedo…
Bueno, parte del nuevo premio fue conocer al señor embajador de la República Argentina, Javier Figueroa, a quien la palabra «señor» le queda chica. Y gracias a Alberto Linares, otro «señor», quien nos puso en contacto con el embajador, quien la primera semana que llegamos nos fue a visitar al CIREN, se puso a nuestra disposición y habló con los médicos, con la importancia que tiene eso.
Al poco tiempo, al ver lo bien que le hacía el tratamiento a Wolfie, le pedí una entrevista, a la cual accedió de inmediato, recibiéndonos en su residencia con mucho entusiasmo y predispuesto a todo para poder ayudar a Wolfie.
Entonces así fue como a los pocos días de esa inolvidable y grata visita, nos llamó contando que había conseguido por medio de un amigo, que gracias a un gran aporte que hizo un empresario importante de la Argentina, Wolfie pudo hacer el tan recomendado y deseado tercer ciclo en el CIREN.
Por lo pronto les digo que cada día admiro más la fuerza de Wolfie y les sigo agradeciendo una y otra vez por absolutamente cada una de las miles de manos que nos dieron, por las infinidades de veces que nos sacaron una sonrisa alegre por cada logro obtenido y por darme la oportunidad de devolver algo de lo que ustedes me dieron, ya sea ayudando a Wolfie o a otra persona, alcanzándole una muleta o tan solo abriéndole una puerta…