Número de edición 8322
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Homenaje: Ricardo Alejandro Romero, el legado de un enorme docente

Homenaje: Ricardo Alejandro Romero, el legado de un enorme docente.

Este joven de 33 años fue profesor de Geografía en varias escuelas matanceras.

Tras dar una larga y aguerrida lucha contra una dura enfermedad, partió este lunes, generando gran conmoción en la comunidad educativa.

Colegas y alumnos lo despidieron entre lágrimas. Lágrimas de dolor por su pérdida física, pero también de agradecimiento por sus permanentes muestras de compañerismo, amistad, hidalguía y optimismo.

Como buen entendido de la Psicología (carrera que estudió en la UBA), practicaba la escucha y alojaba con amor a todo aquel que lo precisara. Y hacía lo que estaba a su alcance, muchas veces no considerando a sus necesidades como una prioridad, en pos del bienestar del otro.

A su mamá Celia se le dibuja una sonrisa cada vez que recuerda aquellas ocasiones en las que Ricardo guardaba una parte de su sueldo para comprarles zapatillas a los alumnos que no tenían.

“Nunca le quedaba nada de lo que cobraba porque también le llevaba mapas y fotocopias a los chicos más pobres para que pudieran estudiar”, recalca. Porque para él no había peros. Nada lo detenía. Sabía que no todos cuentan con las mismas oportunidades, por eso ponía de sí. Apostaba a la juventud. Reconocía la capacidad y el esfuerzo.

Asimismo, siendo consciente de la situación social que vivían los alumnos, junto a la directora de uno de los colegios en los que trabajaba, a menudo recolectaban mercadería para repartir entre las familias que no tenían nada para llevar a la mesa.

Por estos gestos, el educador cosechó su siembra. Así fue que chicos y chicas de los diferentes cursos le enviaron numerosos mensajes a la familia para brindar su apoyo y destacar la figura de Ricardo como aquel docente que en cada clase les hablaba, además del contenido de la asignatura que dictaba, de su batalla y de la importancia de seguir adelante pese a todo, incluso frente a la adversidad.

Jamás se olvidó de sus orígenes, del esfuerzo que sus padres hicieron para que él pudiera estudiar. Y jamás se olvidó del barrio que lo vio crecer. Tan es así que cuatro de las cinco escuelas en las que enseñaba se encuentran en Rafael Castillo, de donde era oriundo.

Por su personalidad, no solo fue un referente para sus alumnos, sino que docentes de las escuelas secundarias Nº 166, Nº 149, Nº 1, Nº14 y Nº 174 y sus compañeros del profesorado, en su despedida contaron anécdotas sobre cuán importantes fueron sus palabras de aliento cuando estaban atravesando problemas de salud.

No quedan dudas de que Ricardo Alejandro Romero sí lo logró: llegó al corazón de cada persona con la que compartió aunque sea un momento. Sembró generosidad y entusiasmo, y cosechó amor y agradecimiento.

Desde Diario NCO y, especialmente de quien escribe esta nota (su prima), le mandamos un fuerte abrazo a su mamá Celia, a su papá Ricardo, a sus hermanas Marianela y Karina, a su cuñado y a todos aquellos que recibieron el legado de un hombre que con su nobleza y tenacidad fue un auténtico guerrero.

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