Estaba internado desde el pasado 15 de diciembre en el Sanatorio Los Arcos, de la localidad porteña de Belgrano, por una infección urinaria que derivó en distintas complicaciones de salud. Tenía 90 años.
Una figura controvertida, envuelta en una de las épocas más icónicas y de mayor transformación del Estado cuando a principios de los años 90 aplicó las clásicas recetas del liberalismo tradicional con privatización de empresas estatales, desregulación del mercado y afamado 1 a 1, con seguidores y detractores, pero jamás indiferente.
Durante su mandato presidencial de diez años (1989-1999) el hasta hace poco senador de La Rioja tuvo varias acusaciones de corrupción y atentados que signaron su Gobierno. Los atentados a la DAIA y la AMIA en 1993 y 1994 y la explosión de Río Tercero en Córdoba en 1995 fueron los mayores actos terroristas que le tocó afrontar.
Dentro de las cuestiones que algunos economistas rescatan como positiva fue la casi eliminación de la inflación desde la sanción de la Ley de Convertibilidad, que equiparó el valor del peso con el dólar estadounidense, con el pasado cercano de los años hiperinflacionarios durante la gestión de Raúl Alfonsín.
Condenado por la venta de armas de forma ilegal a Croacia y Ecuador, creador de la época de la “pizza con champagne”, de la no política, de la espectacularización de los dirigentes políticos y de las figuras del espectáculo en cargos públicos, se apagó su vida un 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad.
En los últimos tres años su salud se había deteriorado muy rápidamente y en más de una ocasión debió visitar distintos sanatorios de la Capital Federal.Por su estado de salud no pudo asistir a la votación por la legalización del aborto que terminó convirtiéndose en ley. Amado y odiado, peronista por afiliación, liberal por convicción. Ménem, por nombre propio.
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