Número de edición 8328
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El espacio BAL reveló que cada 14 horas muere un trabajador desarrollando sus tareas

El espacio BAL reveló que cada 14 horas muere un trabajador desarrollando sus tareas.

El colectivo Basta de Asesinatos Laborales, (BAL) llevó a cabo el último viernes 6 de marzo, el lanzamiento del Segundo Informe Anual de Asesinatos Laborales.

El encuentro de ese colectivo integrado por padres, madres y amigos de víctimas de la precarización laboral, se realizó en el auditorio de ATE Nacional, Av. Belgrano 2527 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ante la falta de datos oficiales sobre las muertes en los puestos de trabajo (así como de las enfermedades laborales), el espacio BAL dio a conocer un trabajo de recopilación de datos a través un observatorio propio que puso en pie desde 2018.

Estadística alarmante

Bajo la consigna “Si pudieron evitarse no son accidentes, son asesinatos” en este Segundo Informe Anual de Asesinatos Laborales se redobló el esfuerzo y se consiguió relevar con mayor exhaustividad los homicidios ocurridos en 2019, donde se logró incluir buena parte de aquellos perpetrados sobre trabajadores/as no formales y se comenzó a trabajar con casos de enfermedades laborales.

De acuerdo a ese informe, en todo el país un trabajador murió cada 14 horas en 2019 durante el desempeño de sus tareas, si se tienen en cuenta solo los días hábiles. El dato surge de un exhaustivo trabajo del colectivo conformado por trabajadores y familiares, e indica que el año pasado hubo, al menos, 534 muertes como consecuencia de los efectos en su salud de su entorno laboral.

El relevamiento, presentado en la tarde del viernes en el auditorio de ATE Nacional, arrojó además que “cerca de la mitad de las/os trabajadores/as muertos/as eran personas jóvenes, menores de 40 años», en tanto que la edad promedio es de 42 años. “Pero también deben resaltarse aquellos casos de personas de edad avanzada, que deberían estar jubiladas y murieron trabajando para -contradictoriamente- ganarse la vida”, denuncian en el documento.

Las causales

En referencia a las causales, el informe describió que la principal es el choque de vehículos: “Esto se da especialmente en transporte de cargas, pero afecta también a otros trabajadores/as que desarrollan sus tareas en la vía pública», indicó. “Aquí debemos mencionar que la falta de descanso, el apremio por los tiempos, la falta de personal, el no respeto al descanso entre jornadas y semanal, y la falta de mantenimiento de los vehículos son una combinatoria que lleva a la muerte a decenas de compañeras y compañeros”, agregó.

Además, entre las causales aparece también “la caída desde altura y/o a pozos”, seguida por «el derrumbe de edificios o instalaciones”, electrocución, falta de sistemas de seguridad (el enviar -por ejemplo- trabajadores/as de limpieza a áreas de alto voltaje, instalaciones eléctricas sin mantenimiento). También figuran como causales “golpes, atrapamientos, explosión de calderas, etc., en especial en la industria”, describió el documento.

Se trata del segundo informe de BAL: el relevamiento de 2018 había arrojado al menos 375 fallecimientos de trabajadores mientras realizaban sus tareas, que había concluido en un trabajador asesinado cada 20 horas contando solo días hábiles.

Enfermedades laborales

“Este año afianzamos el observatorio con datos propios, lo que nos permitió relevar casos de empleo no formal; además se introdujeron las enfermedades laborales, es decir los casos de personas que murieron fuera de sus lugares de trabajo, pero como consecuencia de las condiciones laborales”, describió Francisco Estrella Gutiérrez, delegado del sector judiciales y miembro de BAL.

Entre los 534 casos relevados, se encuentran algunos que tuvieron repercusión en los medios, como el de la agente de tránsito de la Ciudad de Buenos Aires, Cinthia Choque, que falleció el 8 de septiembre de 2019 al ser atropellada por un vehículo que circulaba a gran velocidad por la avenida Figueroa Alcorta, que también dejó gravemente herido el agente Santiago Siciliano.

También mencionaron el caso de los ocho operarios del ingenio Ledesma, en La Esperanza (Jujuy), que murieron el 20 de noviembre de 2019 en una explosión en la destilería, un incendio que se extendió a otros sectores, y el de la docente Ana Zabaloy, que falleció el 9 de junio producto de una enfermedad derivada de la exposición a agrotóxicos de la escuela rural en la que trabajaba.

La génesis

BAL es un colectivo que nació el 9 de septiembre de 2016: “Ese día en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fallecieron David Ramallo, de la línea 60; Diego Soraire, del INTA y Richard Alcaraz, en una obra en construcción; estas muertes nos llevaron a comenzar a juntarnos”, contó Néstor Marcolín, delegado de la línea 60.

Y continuó diciendo: “Nuestro criterio es muy claro: las muertes en los puestos de trabajo de deben a la reducción en los costos de salud y seguridad por parte de los empleadores. Si estas muertes se pueden evitar son asesinatos, por eso dejamos de llamar accidentes laborales y les llamamos asesinatos”.

Al pedido de justicia, el espacio fue sumando la creación de un observatorio para registrar los casos y la realización de talleres de formación en seguridad e higiene a delegados de base: “Nuestro objetivo no es solo elaborar una estadística que el Estado no hace, sino también organizarnos para cambiar esta realidad», concluyó señalando Francisco Estrella Gutiérrez.

A través de este agrupamiento, a través de BAL exigen justicia para las/s los trabajadores y denuncian lo que los grandes medios callan, visibilizando las muertes laborales y según consignaron “creamos espacios para formar a los delegados y activistas de base para que puedan accionar más efectivamente en defensa de la vida de las y los trabajadores. Por todos y todas las que perdieron la vida en sus puestos de trabajo, nos organizamos y luchamos”, concluyeron.

BAL agrupa a compañeras/os y familiares de trabajadores que murieron en sus puestos de trabajo. El planteo es claro. Las muertes en los puestos de trabajo se deben a la reducción de costos en salud y seguridad por parte de las empresas, la desidia en el control por parte del Estado y la complicidad de las burocracias de los sindicatos. Por esta razón, el espacio plantea que, si pudieron evitarse, no son accidentes, son asesinatos.

Un problemática con poca prensa

El 9 de septiembre de 2016, solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fueron víctimas de asesinatos laborales los trabajadores David Ramallo, de la línea 60; Diego Soraire, del INTA; y Richard Alcaraz, en una obra en construcción en Villa Crespo. A raíz de estos casos comenzó a tomar forma el espacio Basta de Asesinatos Laborales que convocó a familiares y compañeros/as de trabajo de las víctimas para exigir justicia por esas “muertes invisibles”.

Poco a poco comenzaron a sumarse otras organizaciones de trabajadores/as cansados/as de ver morir compañeros/as por la negligencia patronal -como el caso de los Municipales de Avellaneda, quienes cuentan con 4 muertes en los últimos años- , y, desde BAL, luchan y exigen justicia para las víctimas, visibilizando las muertes laborales y creando espacios de formación en materia de condiciones de trabajo.

De esta forma se plantea el objetivo de visibilizar esta problemática oculta para la mayor parte de la sociedad y, a la vez, formar a los/las trabajadores/as para que puedan organizarse y enfrentar el ajuste en las condiciones de trabajo que se lleva la vida de tantos/as compañeros/as anualmente.

Escasos datos oficiales

Como ocurre con muchas problemáticas que afectan a la clase trabajadora y a los sectores populares, los datos oficiales son escasos, incompletos y muy poco difundidos. Lo que sucede con las cifras de las muertes laborales no es la excepción. Tampoco existe prácticamente registro de las muertes por enfermedades profesionales (EP).

En el último año casi no se registran muertes por EP, dato que contradice toda la información y el conocimiento a nivel internacional, que señala que cerca de un 40% de los problemas de salud laboral son EP y que las muertes por EP son mucho más numerosas que las debidas a accidentes (OIT / AISS 2017).

Ante esta necesidad, el espacio Basta de Asesinatos Laborales se dio un trabajo de recopilación de datos combinando información publicada por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), con otra obtenida por este espacio en forma directa y a través de fuentes periodísticas, tanto cuantitativa como cualitativa.

La información proveniente de la SRT sólo abarca a los/las trabajadores/as formales, en blanco, es decir, no contempla a los/las trabajadores/as no registrados/as, comúnmente llamados/as “en negro” (que según el INDEC son aproximadamente una tercera parte de los/as asalariados/as).

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