Fue en agosto de 2006, desde la ciudad de Buenos Aires.

1: ¿Qué es para usted la poesía?
—Es la gaviota que logro instalar en el paisaje que describo, sin que se oiga
demasiado la palabra gaviota.
2: ¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas,
sus premios, su actividad literaria?
a) Viví en pensiones (en una, nací) hasta mis ocho años. El mejor período de
mi niñez transcurrió en Villa del Parque, cuando mis padres adquirieron nuestro
primer departamento. Aunque tuve también amigos antes, en Floresta, los que
recuerdo son los de Villa del Parque. Donde, además, las chicas de mi cuadra
querían ser mis novias. Tuve una abuela, Josefina, excelente.
En presencia de mi padre no se podía decir el apellido Perón. Él era un
consecuente lector de libros: crónicas de viajes, expediciones, “El Hombre
Mediocre” de José Ingenieros, esa onda, y de poesía. Mi madre no ha
frecuentado los libros, aunque sí los diarios y revistas. Simpatizaban con el
socialismo. La primera vez que voté lo hice por Alfredo Palacios. Mis primeros
amigos íntimos, como se decía entonces, grandes amigos, los hice a partir de
que nos mudamos, a mis once años, a otro departamento, ya más importante,
en Caballito. Y el último en ese rango lo tuve hasta poco después de mis
cincuenta. Cincuenta eran los años a los que en mi infancia yo aspiraba a llegar
vivo y saludable. Supongo que esa sería la cifra mínima que me atrevía a
declarar, ¿no? Ya está: conté un poco de mi vida.
b) Publico mi primer libro en 1988, así que andaba yo en los 43 años de edad.
Se tituló “Obras completas en verso hasta acá”, con segunda edición corregida
en 1990, a través del sello Filofalsía (una tercera edición corregidísima de este
multipublicado poemario aparecerá a principios de 2007). Después fueron
surgiendo otros catorce poemarios, unos cuantos, a su vez, también con
reediciones + ediciones electrónicas + ediciones bellísimas en formato caja y
en formato estuche. Éstos son los títulos: “De mi mayor estigma (si mal no me
equivoco):”, “Trompifai”, “Fundido encadenado”, “Tomavistas”, “Picado
contrapicado”, “Leo y escribo”, “Ripio”, “Desecho e izquierdo”, “Propaga”,
“Ardua” (el único de mis libros que cuenta con una edición, la quinta,
íntegramente bilingüe (castellano-neerlandés), a través del sello Stanza, de
Holanda), “Pictórica”, “Sopita”, “Corona de calor”, “Del franelero popular” (textos
de todos ellos integran la antología “El Revagliastés”, aparecida a principios de
2006). En el género dramaturgia se editó “Las piezas de un teatro”. Y hay dos
volúmenes que reúnen cuentos y relatos: “Historietas del amor” y “Muestra en
prosa”. La mayoría de mis libros se hallan disponibles no sólo en
http://www.revagliatti.com , sino que, en numerosas bibliotecas digitales. Casi
todos los demás poemarios han sido traducidos parcialmente y así difundidos
en medios gráficos y virtuales a los idiomas italiano, esperanto, inglés,
asturiano, alemán, maltés, portugués, rumano, francés, vascuence y catalán.
c) En poquísimos concursos donde hubiera que presentar un libro completo he
participado. Me resulta insoportable leerme las bases, las especificaciones, las
advertencias, la obligatoriedad del seudónimo y del sobrecito donde queda
oculta la identidad, los recaudos. Cuando no constan los nombres de los
prestigiosos miembros del jurado, peor todavía. El esfuerzo que me demanda
cumplir con los pasos me sobre exige, me exige mal. Me alivia dar con bases
donde rápidamente advierto que hay que pagar para participar o que ya venció
el plazo de presentación. Allí se me disipa el conflicto, queda descartado para
mí el certamen y sigo con otra cosa más acorde a mi disposición. Tendría que
contar con un remunerado secretario que lo hiciera por mí. En fin, algún primer
premio obtuve, sin embargo. Otorgado por una institución norteamericana. Y
unas menciones especiales y otras estándar que me posibilitaron ser
seleccionado e incluido en antologías y exposiciones. Jamás intervine en
concursos donde los premios son nada más que medallas y diplomas. Sí, estoy
flojo en premios. Qué macana.
d) Desde hace algunos años coordino mi taller literario, el cual incluye,
adaptándome siempre a los requerimientos de los interesados, oralidad,
proyección de la voz. Como productor cultural, entre otras iniciativas, cabría
asentar aquí la puesta en escena de nueve espectáculos teatrales
(“Drummond”, “Uno de cada”, “Las mujeres”, “Por mí mismo”, “Obstinación”,
“Versos per-versos”, “Espasmitos espantosos”, “La cosa corta”, “El cirujano
poetón (y sus fantasmas)”, entre 1975 y 1987) a partir de textos
mayoritariamente poéticos de decenas de autores, lecturas públicas de textos
de Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Oliverio Girondo, Jorge Lépore, Violeta
Parra, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda, Julia Prilutzky Farni, etc., entre 1983 y
1986. Fui uno de los responsables del Ciclo de Poesía y Prosa Breve “Nicolás
Olivari” (1999) y el coordinador general de los Ciclos de Poesía “Julio Huasi”
(2001), “Luis Franco” (2002), “Carlos de la Púa”, “Susana Thénon”, “Horacio
Pilar”, “Homenajes” (2003), así como de la Revista Oral de Literatura “Recitador
Argentino” (2003) y de “La Anguila Lánguida” Muestra de Poesía 2004. Desde
el 2005 presento a poetas no residentes en la ciudad de Buenos Aires y
conurbano bonaerense dentro del marco de “Último Infierno”, la propuesta de
periodicidad mensual de la Asociación de Poetas Argentinos, fundada por
Cayetano Zemborain. Y desde junio de este año ando presentando poemarios
que juzgo singulares o muy significativos para mí, acompañado por músicos,
más adelante será con actores y ya iremos viendo con quienes más, en “La
Canción de Rolando”, una de las secciones del Café Literario de Lidia Rocha y
Gerardo David Curiá: “Literatura Viva”, también con periodicidad mensual.
3: ¿Cuándo empezó a escribir? ¿Por qué?
—Empecé pergeñando letras de canciones que yo mismo componía en mi
cabeza. Los temas musicales se los cantaba a mi gran amigo de la
adolescencia, Ramón. Yo venía recitando poemas desde mi niñez. “Debuté”
representando a mi sexto grado en la culminación de la escuela primaria. Fue
un suceso, una marca de aquéllas, nadie podía creer que ese lindo, pero
intrascendente chico, conmocionara de semejante modo al vasto auditorio,
recitando un poema narrativo, claro que, muy sentimental, de mi tío político,
Jerónimo Sureda. Y bueno, habré empezado a escribir para evidenciar mi
enorme insatisfacción, para escudriñar en los recovecos infinitos de mi enorme
insatisfacción.
4: ¿Cómo definiría a su poesía?
—Aún esmerándome no me imagino alcanzando una abarcadora definición. Sé
que abunda el sarcasmo, la ironía, el humor falsamente ingenuo, la burla. Sé
también que escribí textos donde esto no aflora. Reconozco que me agrada
“ponerme en peligro”, literariamente hablando. Acaso atormentado por el
espectro de la mediocridad, de esa amenaza, de ese horror. Más vale morir
inventando que seguir perdurando en la repetición. Más vale chillar en procura
de alguna armonía disparatada que albergar el conformismo del gimoteo.
Definir no definí, pero al menos, Gustavo, sabés de qué huyo.
5: ¿Qué autores influyeron en su poética?
—Sospecho que los releídos: en mi infancia y pubertad, Yamandú Rodríguez,
Olegario Víctor Andrade, El Viejo Pancho, Gustavo Adolfo Bécquer, Belisario
Roldán, José Hernández, Estanislao del Campo, Almafuerte, Hilario Ascasubi,
Evaristo Carriego, versificadores gauchescos y letristas de tangos, buenos y
espantosos, que yo leía semana tras semana en las revistas “Cantando”, “El
Alma que Canta” y “Cantaclaro”. En mi adolescencia, Baldomero, Manrique y
César Fernández Moreno, Antonio Porchia, Walt Whitman, Nicolás Olivari,
Pablo Neruda, Julio Huasi, Nicolás Guillén, Roberto Santoro, Nicanor Parra,
César Vallejo, Alfonsina Storni, Mario Benedetti, Raúl González Tuñón, León
Felipe. Y ya poco después, Jacques Prevert, Juana Bignozzi, André Breton,
Carlos Drummond de Andrade, María Elena Walsh, Antonin Artaud, Juan
Gelman, Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnik, Oliverio Girondo.
6: ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
—Que se la reconozca como eso que se da por seguro en la pregunta: una
poética. Una.
7: ¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por
qué?
—Conminado a elegir, elijo uno no incorporado a libro todavía ni hallable en la
red y constituido por pocas palabras. Lo elijo por inequívoco (si es que
coincidiéramos en que tengo una voz que proviniera de mí):
PIZCA DE BOLERO
La lujuria
—esa inundación—
es contigo
Glu
glu.
8: ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?
—Es actualmente más ajustado, me dicen.
9: Para usted, ¿se nace o se hace escritor?
—A las propensiones, las construcciones. ¿Se nace vendedor de tractores,
jurisconsulto, pacifista, inescrupuloso, abnegado, visitador médico?
10: ¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en
este bello camino de la palabra?
—Que no sea condescendiente consigo mismo/a. Que cuando en los grupos a
los que vaya perteneciendo perciba la cerrazón del sectarismo y la endogamia,
los rehuya, los combata. Que propenda a la honestidad intelectual y a la
coherencia. Que no sólo lea libros de poesía. Y que los libros de poesía que lea
no sea únicamente los recomendados por sus próximos. Y que los libros de
poesía los relea (práctica poco extendida) y que se afiate en avivarse de los
recursos y de las improntas, y que discierna entre un libro que juzgándolo muy
bueno le provoca un placer módico o esforzado, de otro libro que juzgándolo
muy bueno le provoca un placer intenso y oxigenante.
11: ¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
—El vocablo industria cabría a los sellos editores más bien monopólicos,
¿no?, multinacionales.
12: Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela,
etc., ¿cuáles recomendaría?
—Ciñéndome a unos pocos títulos, invito a toparse con éstos (no tan difíciles
de adquirir, creo):
“El instante propicio” de Rafael Beláustegui, cuentos, Sigmurg;
“Op oloop” de Juan Filloy, novela (tengo la primera edición, de hace mucho,
pero se ha reeditado);
“De un día a otro” de Ricardo H. Herrera, ensayo, Grupo Editor
Latinoamericano;
“Lo cierto” de Diego Viniarsky, poesía, Ediciones Perse (escritor argentino
recientemente fallecido, a los 40 años, a consecuencia de un accidente
automovilístico).
13: ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en
páginas de Internet, foros literarios, cibernéticos, revistas virtuales,
ñusleters, blogs, etc.?
—Si de acceder a lectores se trata, a lectores es a los que se tienta con la
instalación de textos en las diferentes propuestas en la Red.
14: Por último, ¿quiere usted agregar algo?
—Éste, Gustavo, es un buen sitio para instar a los ensayistas a una labor
orgánica, partiendo del análisis de las poéticas de los autores argentinos
contemporáneos. Verdaderos análisis y articulaciones. ¿Te sumás a mi
inquietud?
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