Microficción. Dedicado a los hermanos de la Secta. El hecho de ser mi propio jefe no me exime de culpa, sé que debería estar ideando como arruinarle la vida a un par de personajes importantes que no quisieron pactar conmigo pero en lugar de eso estoy acá: perdiendo tiempo, mirando muros y ensañándome con gente que me cae mal, como este tal Claudio al que todo el grupo le da la bienvenida como si se tratara de la reencarnación de Poe.
Por: Renate Mörder (*)
Odio a los escritores y me desagrada la cara simpática de éste y me muero de bronca y de envidia porque en el ciberespacio nadie me reconoce, ni me teme, ni me da la bienvenida. Quizás, para evitarme más disgustos, debería dar de baja la cuenta, pero esta maldita red es condenadamente adictiva. Mark Z me lo vaticinó cuando vino a ofrecerme su alma, pero yo no le creí y ahora me arrepiento un poco de haberlo ayudado. Pero bueno, no se debe llorar sobre la leche derramada, lo hecho, hecho está y además no todos pueden todo. Algunos imaginan historias y las escriben como este Claudio, mientras que otros como yo imaginan historias y las ejecutan.
Me deslogueo, tengo que alcanzar al conductor del camión que pasará hoy por la tarde frente a la casa de Claudio, un camión que cuando Claudio cruce la calle no logrará detener su marcha.
(*) La autora: Renate Mörder es una escritora argentina. Su género favorito es el relato breve, y algunos de sus cuentos fueron incluidos en dos libros “Celia, el afortunado y otros relatos” (2010) y “En casa ajena y otros relatos” (2011). También ha publicado cuentos y poemas en antologías, sitios web y revistas literarias. Es editora del blog y revista digital El Narratorio.
+ Microficción seleccionada por Luciano Doti (Lomas del Mirador). Twitter: @Luciano_Doti.
